Cada vez hay más indicios de que, en este 2019, la desaceleración económica está empeorando. Las señales están llegando del sector real estate, el gasto del consumidor, e incluso la industria manufacturera.
Por Nomi Prins
Los datos económicos de enero, publicados hace unas semanas, revelaron que el gasto en consumo en Estados Unidos no se recuperó tanto como los analistas del mercado habían proyectado. Además, la información de febrero demostró que los ingresos apenas aumentaron.
El Departamento de Comercio de Estados Unidos informó que el gasto del consumidor, que en esencia representa aproximadamente dos tercios de la actividad económica del país, apenas y creció un poco en el primer mes de 2019. Además, los datos similares del pasado diciembre fueron revisados, concluyendo con un ajuste del 0,1% menos de lo que originalmente se había detectado. Eso significa que los dos meses ofrecieron cifras insatisfactorias, reflejando entre ambos una tendencia bajista. Estas son señales de que la economía continúa desacelerándose.
Mientras tanto, las proyecciones del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense para el primer trimestre de 2019 son bajas, con las previsiones más pesimistas siendo de solo un 0,9%. Eso sería menos de la mitad del crecimiento del PIB de Estados Unidos desde el último trimestre de 2018.
Sin embargo, no es solo el crecimiento Estados Unidos el que está bajando las revoluciones. Ya que el mundo moderno está posado sobre una economía altamente globalizada, el crecimiento mundial también está perdiendo impulso. Y el hecho de que todavía no haya una resolución definitiva sobre la guerra comercial entre Estados Unidos y China sigue siendo problemático.
La reunión de hace unas semanas en Beijing entre el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, el representante de Comercio, Robert Lighthizer, y varios funcionarios chinos, fue la primera que vez se vieron “cara a cara” desde que se aplazó el alza en los aranceles sobre USD 200.000 millones en importaciones chinas.
Las conversaciones fueron breves, y la mayoría de ellas se dieron en un período no mayor a 24 horas. Sin embargo, ambos lados consideran que han avanzado hacia algún tipo de acuerdo comercial.
La Casa Blanca afirmó que “las dos partes progresaron en las discusiones sinceras y constructivas que tuvieron sobre las negociaciones y los próximos pasos a seguir”. Xinhua, la principal agencia de noticias china, confirmó que se habían logrado nuevos avances.
Pero hasta que no se alcance un acuerdo concreto, los mercados serán volátiles y seguirán esperando algún resultado. (Por cierto, a diferencia de muchos analistas, no creo que el mercado esté reflejando la posibilidad de un acuerdo todavía, por lo que una resolución final sería muy positiva para la Bolsa.)
Sin embargo, también existe la incertidumbre actual en torno al Reino Unido y la Unión Europea, especialmente desde que el Parlamento rechazara la última votación sobre un acuerdo Brexit.
Al principio, se suponía que el 29 de marzo sería la fecha final en la que el Brexit entraría en vigor, por lo que el Reino Unido abandonaría la Unión Europea definitivamente. Eso no sucedió. Primero, porque el Parlamento del Reino Unido todavía no había definido qué constituiría realmente un acuerdo Brexit, si es que se podría llegar a uno en primer lugar. Segundo, porque la UE le dio al Reino Unido la oportunidad de extender la fecha hasta el 12 de abril si el Parlamento lograba ponerse de acuerdo para entonces. Sin embargo, este proceso podría prolongarse por varios meses más, extendiendo la nube de incertidumbre que se cierne sobre los mercados.
Estos factores, más la volatilidad del mercado, contribuyeron a que la Reserva Federal decidiera extender sus políticas de dark money este año. Ese plan incluye una suspensión en las alzas de las tasas y la decisión de clausurar prematuramente el ajuste cuantitativo.
Previo al pasado diciembre, predije que la Reserva Federal no aumentaría las tasas este año. Ahora, los economistas tradicionales finalmente están poniéndose al día con mis pronósticos. Reuters realizó una encuesta a 100 economistas después de que la Fed anunciara que suspendería los aumentos de las tasas para 2019. Según las respuestas de la encuesta, la institución tampoco aumentará las tasas hasta fines de 2020.
Más de un tercio de los economistas encuestados por Reuters piensa incluso que podría haber al menos un recorte de tasas para fines de 2020. Estoy de acuerdo. Sin embargo, creo podríamos ir más allá. El principal asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, pidió a la Reserva Federal que reduzca inmediatamente las tasas de interés en 50 puntos básicos. En general, un alza o un recorte de tasas nunca supera los 25 puntos básicos.
Claro que la Casa Blanca no tiene injerencia directa sobre lo que hace la Reserva Federal, pero no dudes que Jay Powell, el presidente del banco central, tomará nota y considerará sus palabras. Un recorte en las tasas podría ser un impulso poderoso para los mercados, incluso si también pospone la crisis que se avecina. Básicamente, sería como atrasar lo inevitable.
Sin embargo, la Reserva Federal no es el único banco central importante que ha tomado una postura tan relajada este año.
A esta tendencia se han sumado el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco Popular de China. Y es posible que ya estés al tanto de las razones detrás de esto: las preocupaciones sobre desaceleración económica, guerras comerciales y problemas geopolíticos.
Sin embargo, existe otra razón por la que los bancos centrales han tomado una postura más flexible: le temen a la reacción del mercado ante tipos más altos. Los mercados simplemente no quieren que el costo del dinero aumente, y probablemente habrá sell-offs nuevamente si lo hace. Diciembre nos dio una prueba excelente de esto. La realidad actual es que los bancos centrales se han convertido en rehenes de los mercados financieros, algo que totalmente va en contra de su propósito como institución.
Mientras tanto, los mercados siguen utilizando el dark money para financiar sus recompras de acciones. Hasta mediados de marzo, las compañías estadounidenses habían invertido USD 253.000 millones en sus propias acciones, según datos compilados por Catalyst Funds, una firma de administración de activos. Eso equivale a un total de USD 18.000 millones más de lo que habían comprado a mediados de marzo del año pasado, que ya era un récord con respecto al año anterior.
Algunas industrias ya han alcanzado un 40% de sus recompras totales de 2018, pero a solo en el cuarto mes de 2019. El sector energético, por ejemplo, ha estado comprando acciones a un ritmo tal que ya casi alcanzan el 71% de sus recompras totales del año pasado. Al mismo tiempo, las firmas de Estados Unidos están encaminadas de romper los récords de recompras vistos en 2018.
Todas esas recompras y planes de recompra son una razón poderosa por la cual el mercado se mantiene tan alto como está, a pesar de la incertidumbre sobre los asuntos comerciales y económicos. Parte de ese dinero sigue llegando de los recortes impositivos de Trump. Incluso si la economía real sigue fallando, estas recompras podrían avanzar a toda máquina, como lo sugiere la evidencia en lo que va del año.
Pero no olvidemos lo que eso significa: en lugar de invertir más capital en innovación o esfuerzos intensivos en mano de obra que aumenten la productividad, las corporaciones han decidido usar su capital para recomprar acciones.
Para ti y para mí, esto es una señal de que las recompras y el dinero barato elevarán los mercados aun cuando el crecimiento lento, las guerras comerciales y la geopolítica causen estragos en el sistema monetario.
Los gobiernos tampoco quieren que las tasas suban. En la última década, tomaron prestadas grandes cantidades de dinero a bajo costo, y el aumento de las tasas de interés aumenta el costo total de toda esa deuda. Así que los gobiernos y Wall Street tienen un gran interés en mantenerlas bajas.
A todo esto se suma que, existen vientos en contra para los mercados, pero el dark money seguirá desplegándose para combatirlos. Es el único truco que tienen los bancos centrales, incluso si hace poco por el inversor común.
Saludos,
Nomi Prins
Nomi Prins es una autora, periodista y conferencista. Es editora de Nomi Prins’ Dark Money Millionaire para Agora Financial en Estados Unidos y colaboradora de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones en el mundo de habla hispana. Trabajó como directora administrativa en Goldman-Sachs y Directora de Administración Senior en Bear Stearns, además de ser estratega senior en Lehman Brothers y analista en Chase Manhattan Bank.