El 1 de marzo el mundo podría descubrir que los aranceles están escalando y que la guerra comercial apenas empieza. El impacto que esto tiene para los ahorristas, estén donde estén, y una estrategia para ganar pase lo que pase.
Por Jim Rickards
Parece que Wall Street y Beijing no comprenden que la guerra comercial entre los Estados Unidos y China es 100% real y que el futuro depara aranceles importantes. Desde el pasado enero, algunos han querido pensar que la guerra comercial no es más que pura farándula, que ambas partes solo están posando para las cámaras y que pronto llegaremos a un “acuerdo”.
Este supuesto acuerdo le permitiría a Trump salir airoso del “conflicto” sin necesidad de que las cosas cambien mucho desde la perspectiva de China.
Sin embargo, desde el principio te dijimos que esta es una interpretación muy pobre de la situación. Estados Unidos está exigiendo cambios reales al robo de propiedad intelectual por parte de China, a las limitaciones en la inversión estadounidense en el país y a los obstáculos en la transferencia de tecnologías para las firmas que sí logren penetrar en territorio chino. Trump y sus principales asesores no aceptarán menos que eso.
Después de un año de luchas arancelarias y negociaciones inútiles, ambos lados finalmente llegaron un acuerdo importante en la ahora célebre cena entre ambos mandatarios, celebrada el pasado 1 de diciembre en Buenos Aires.
Hasta ahora, China ha aceptado concesiones más que nada inútiles, como bajar algunos aranceles a sus niveles previos al comienzo de la guerra comercial (sin ganancia neta alguna para los Estados Unidos). También ha ofrecido modificar su iniciativa “Made in China 2025”, con la que planea dominar las tecnologías del futuro (conste: el cambio que ofrecen es puramente cosmético).
Mientras tanto, Estados Unidos sigue poniendo presión con el arresto en Canadá de la CFO de Huawei, el gigante tecnológico chino. Washington ha dejado claro la severidad y proximidad de la fecha límite del 1 de marzo. En este momento, restan poco más de cinco semanas hasta que llegue esa fecha.
Si se logra suficiente progreso, se podría acordar una extensión de la fecha. Pero por ahora, Beijing ve esto como un mero trámite, mientras que Wall Street se va por un precipicio sin siquiera darse cuenta. El 1 de marzo el mundo podría descubrir que los aranceles están escalando y que la guerra comercial apenas empieza.
Basándonos en el historial de los involucrados, los pronósticos de un fin de la guerra comercial no son muy alentadores. Si bien esta pausa puede beneficiar a ambos lados por razones políticas, ninguno de los problemas subyacentes se ha resuelto y la probabilidad de que eso ocurra sigue siendo baja.
Los chinos son famosos por jugar y manipular con los tiempos pautados con sus socios. Siempre hacen promesas vacías y vagas, y sus socios comerciales (como Estados Unidos) se las creen con la esperanza de que “esta vez sea diferente”.
Sin embargo, ése nunca es el caso.
En diciembre los chinos prometieron comprar una cantidad inespecífica de productos estadounidenses. No fueron más allá de algunas frases abstractas como “cantidades importantes”, ¿pero cuánto es eso exactamente?
También ofrecieron abordar las preocupaciones “legítimas” de los Estados Unidos sobre el robo de propiedad intelectual. Pero, ¿consideran realmente los chinos que las preocupaciones de Washington son “legítimas”?
Beijing tiene un historial de decir una cosa y terminar haciendo otra muy distinta. No tendrán ningún problema en firmar un acuerdo sobre las reducciones del robo de propiedad intelectual. Eso sí, luego volverán a su país y se harán de la vista gorda (tal vez empleando un método más secreto).
Estamos hablando de un gobierno que ha roto sus promesas varias veces en lo que se refiere al comercio, algo que comenzó cuando entró oficialmente a la Organización Mundial de Comercio en 2001. Lo volverán a hacer una vez que Estados Unidos no pueda imponer aranceles nuevamente.
Al final, los chinos podrían ofrecer concesiones simbólicas y usar las próximas cinco semanas para preparar más promesas falsas. Su idea será que después de las nuevas negociaciones y algunas concesiones menores, Estados Unidos se muestre reacio a romper la paz comercial o imponer aranceles adicionales, especialmente con la amenaza de una perspectiva bajista en su mercado accionario.
Asimismo, las cinco semanas restantes le darán tiempo a los lobistas chinos para potenciar su oposición a los aranceles de los importadores estadounidenses de bienes agrícolas. Para Trump éste es uno de sus puntos de contención políticos más delicados, ya que cada día estamos más cerca de las elecciones presidenciales de 2020. El Presidente necesita el apoyo de los estados agrícolas –como Misuri, Iowa y Wisconsin– si pretende gobernar por un segundo mandato.
Parece que Xi Jinping tiene un mejor entendimiento de la situación política en la primera potencia del mundo que los propios estadounidenses.
Las buenas noticias para Estados Unidos es que las artimañas chinas hoy en día ya son bastante conocidas. El asesor comercial más confiable y poderoso de Trump es el representante de Comercio Robert Lighthizer, quien asistió a la cena en diciembre. Lighthizer de verdad entiende cómo opera Beijing y está al tanto de las varias promesas rotas del gobierno de Xi Jinping.
Si no se puede llegar a un acuerdo en pos de mejoras sustanciales y verificables con China antes de que expire la tregua, Lighthizer está listo para aumentar sus aranceles contra el Gigante Asiático de forma inmediata. El Presidente Trump concuerda con Lighthizer, y no dudará en aceptar sus recomendaciones.
Por supuesto, a esas alturas las guerras comerciales volverán más fuertes que nunca.
Ahora bien, como inversores que somos, vale la pena preguntarnos lo siguiente: considerando la enorme falta de confianza y la mala fe de los chinos, ¿cuál sería la mejor forma de jugar al posible regreso de las guerras comerciales una vez que termine la tregua? En este análisis, el factor más importante por lejos, es el hecho de que ciertos sectores probablemente se beneficiarán de todo esto, independientemente del rumbo que tome el conflicto comercial. De estos, los rubros más importantes son el del oro y el de la minería asociada.
China acordó tentativamente a comprar más producción del sector minero estadounidense, como parte de su tratado de paz comercial.
Los productores más grandes y mejor administrados del metal en los Estados Unidos también producen otros bienes con alta demanda de parte de China, como plata, cobre, mineral de hierro, litio y cobalto.
Un incremento en las compras a los mineros por parte de los chinos elevaría el precio del oro, junto con los de esos otros metales estratégicos e industriales.
Por otro lado, si las guerras comerciales entre ambas naciones vuelven con un impulso adicional, el oro mantendrá su ascenso reciente, ya que es una inversión segura. En años recientes, tanto los bonos del Tesoro estadounidense como el oro han brindado un refugio seguro para los inversores más precavidos.
Sin embargo, los bonos del Tesoro han acaparado la mayor parte este flujo de capitales. Si China y Estados Unidos regresan a la guerra comercial, las compras chinas de bonos del Tesoro estadounidenses disminuirán, lo que hará de éste un activo poco atractivo para los inversores preocupados por proteger su patrimonio. Al mismo tiempo, significará que el oro será el único activo refugio verdaderamente seguro.
Todo esto pone al metal dorado en una posición decisivamente ganadora. Si China mantiene su promesa de comprar más producción minera, los productores del metal dorado irán al alza. Si se reanudan las guerras comerciales, el precio del oro escalará con fuerza.
Pase lo que pase, tanto este metal como las firmas dedicadas a traerlo a superficie saldarán ganando.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones.
PD: La semana en Inteligencia Estratégica publicamos una serie de informes sobre cómo aprovechar la minería de oro y de un pequeño grupo de metales “raros” que podrían sacar ventaja de toda esta coyuntura. Puedes ver los detalles en esta presentación.