Hoy revisaremos tres argumentos centrales que los economistas mainstream usan para atacar al oro –y la explicación de por qué están totalmente equivocados.
Por Jim Rickards
El primero es uno que probablemente has escuchado muchas veces. Los “expertos” dicen que no hay suficiente oro para soportar un sistema financiero global alrededor suyo. Dicen que el metal es incapaz de respaldar la totalidad del papel moneda, activos, pasivos y balances expandidos a través de bancos e instituciones financieras circulando por todo el mundo.
Dicen que no hay suficiente oro para sustentar esa oferta monetaria, que simplemente es demasiado grande. Ese argumento es un completo disparate. Es cierto que hay una cantidad limitada de oro. Pero lo que es más importante, siempre habrá suficiente oro para respaldar cualquier sistema financiero.
Sin embargo, para eso es esencial que éste cotice al precio correcto.
Es cierto que a precios actuales (de poco menos de US$1.300 la onza), si tuvieras que reducir la oferta monetaria para igualar el oro físico en múltiplos de 1.300, estarías reduciendo enormemente la oferta monetaria. En términos prácticos, eso generaría deflación. Pero para evitar eso, no hace falta más que aumentar el precio del oro.
En otras palabras, toma la cantidad de oro existente, fija su precio en, por ejemplo, US$ 10.000 dólares por onza, y así como así ya tienes bastante oro para respaldar la oferta monetaria.
Esto significa que una cantidad determinada de oro siempre podrá respaldar la oferta monetaria, sin importar su tamaño, siempre y cuando su precio sea el correcto. Podemos debatir sobre ese precio “correcto”, pero en cuanto al hecho de que tenemos suficiente oro para respaldar el sistema monetario, no hay absolutamente nada que discutir. He hecho los cálculos y son bastantes simples, no son matemáticas complejas.
Tan solo toma la cantidad de dinero disponible en el mundo y la cantidad de oro físico en el planeta; divide uno por el otro, y ahí tienes el precio que debe tener el metal.
Sin embargo, eso implica ciertos supuestos. Por ejemplo, ¿quieres que la oferta monetaria esté respaldada en un 100% por oro, o crees que un 40% suficiente? ¿O tal vez 20%? Esas son cuestiones de política monetaria reales que podemos debatir. He hecho los cálculos para todos ellos.
En este caso, consideré un respaldo del 40% para el oro.
Algunos economistas dicen que debería ser más alto, pero creo que un 40% es razonable.
Con un porcentaje de respaldo así, estaríamos hablando de un oro cotizando a US$10.000 la onza. En otras palabras, a ese valor de US$10.000, el dinero necesario para comprar todas las onzas disponibles del metal equivale a la cantidad necesaria para respaldar el 40% de la oferta monetaria. Eso es un sustento importante de oro para la economía.
Pero si lo que quieres es respaldar el 100% de la oferta monetaria, el precio del oro necesitaría alcanzar los US$50.000 por onza. Ahora bien, no estoy prediciendo un precio de US$50.000 para el metal. Lo que sí estoy pronosticando, es una cotización de US$10.000 para el oro –un aumento significativo desde los niveles actuales. Pero repito, es importante tener en cuenta que siempre habrá suficiente oro para satisfacer las necesidades del sistema financiero. Solo hace falta tener el precio correcto.
En cualquier caso, toda mi investigación me ha llevado a una conclusión: la próxima crisis financiera llevará al colapso del sistema monetario internacional. Cuando digo eso, me refiero específicamente a un colapso en la confianza en el papel moneda de todo el mundo. No hablamos solo de la muerte del dólar o la desaparición del euro, sino un desplome total en la confianza de todas las divisas modernas.
En ese caso, los bancos centrales podrían recurrir al oro para restablecer la confianza en el sistema monetario internacional. Ninguno de los líderes de las entidades bancarias centrales volvería voluntariamente a un patrón oro.
Pero en un escenario de pérdida total de confianza, es probable que no haya otra opción.
El segundo argumento planteado contra el oro es que no puede soportar la expansión del comercio mundial, ya que no crece lo suficientemente rápido. Estas cifras varían, pero digamos que la producción minera mundial es de aproximadamente un 1,6% de las existencias totales de oro en la actualidad. Muy bien, ahora digamos que la expansión económica mundial es de aproximadamente un 3% a 4% anual. Una vez más, los números varían, pero supongamos que es ese entre 3% y 4%.
Los críticos dicen que si el crecimiento mundial es de aproximadamente un 3-4% anual, y que si la oferta de oro se expande a solo un 1,6% en el mismo período, entonces ésta no crece lo suficientemente rápido como para respaldar la economía mundial. Un patrón oro, por lo tanto, le da al sistema un sesgo deflacionario. Sin embargo, eso no tiene sentido alguno. La producción minera no tiene nada que ver con la capacidad que los bancos centrales tienen para expandir el suministro del metal.
¿Por qué? Simple: las cifras oficiales de suministro de oro, es decir las existencias propiedad de los bancos centrales y los ministerios de finanzas, son inferiores a 50.000 toneladas. La cantidad total oro en la economía, incluido el oro de propiedad privada, supera esa cantidad por casi cuatro veces.
Si algún banco central quiere expandir la oferta monetaria, todo lo que tiene que hacer es imprimir dinero y comprar parte del oro privado. Los bancos centrales no están limitados por la producción minera. Si quieren expandir la oferta monetaria, no tienen que esperar a que las compañías minen el metal. No hace falta hacer más que comprar un poco de oro privado a través de distribuidores en el mercado.
El argumento de que la oferta de oro no crece lo suficiente como para soportar a la economía, parece cierto en un nivel superficial. Pero cuando profundizamos un poco, vemos que es una falacia por desde donde se lo mire. La oferta total de oro proveniente de la minería es irrelevante, ya que los bancos centrales simplemente pueden adquirir existencias privadas.
El tercer argumento, es que el oro no tiene rendimiento alguno. Bien, eso es cierto, pero en realidad no se supone que tenga uno en primer lugar. Es una forma de dinero.
Hace un tiempo, estuve en Fox Business con Maria Bartiromo. Durante la entrevista (que, por cierto, era en vivo), comenzamos a discutir cuando este tema salió a colación. Le dije: “Maria, saca un billete de un dólar y míralo bien. Te pregunto, ¿tiene algún rendimiento? No, por supuesto que no lo tiene –el dinero simplemente no funciona así”.
Si estás buscando rendimiento, tienes que arriesgarte. Puedes poner tu dinero en el banco y obtener uno muy bajo, de tal vez medio punto porcentual. Probablemente ni siquiera eso. Pero en fin, el punto es que eso ya no es dinero. Cuando lo pones en el banco, deja de serlo, y se vuelve un depósito bancario. Eso es un pasivo no garantizado en un banco privado que tal vez podría llegar a ser insolvente.
También puedes usar tu capital para comprar acciones, bonos, propiedades y muchas otras cosas. Pero cuando lo haces, de nuevo, deja de ser dinero. Se convierte en algún otro activo, e involucran diversos grados de riesgo. A lo que quiero llegar, es que si quieres rendimiento, simplemente tienes que arriesgarte. El oro físico no ofrece un rendimiento oficial, pero no conlleva riesgos.
Es, simplemente, una forma de preservar tu riqueza.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones.