El lío político que se aproxima engendrará la mayor incertidumbre política desde la Guerra Fría y Watergate. Con las elecciones de medio término a la vuelta de la esquina, debes prepararte para volatilidad en los mercados.
Por Jim Rickards
Así están las cosas ahora: el Senado actualmente está dividido entre 51 republicanos y 49 demócratas (incluyendo dos representantes independientes del lado de los demócratas). Un cambio de dos puestos a favor de los demócratas les daría control sobre el Senado, todo bajo el mando del senador Chuck Schumer, de Nueva York.
De los 100 puestos en el Senado, 35 serán sometidos a votación estas elecciones. Esos 35 puestos actualmente se dividen entre 24 demócratas, dos independientes (recordemos, a favor de los demócratas) y nueve republicanos. En términos simples, los demócratas tienen mucho más territorio que defender, por lo que también pueden perder más.
20 de los 35 puestos se consideran seguros para quienes buscan reelección; esos puestos no cambiarán de partido y no afectarán el balance de poder del Senado.
Ahora, en los 15 puestos restantes, conformados por diez representantes demócratas y cinco republicanos, las encuestas están muy peleadas, y serán estos puestos los que determinarán el balance de poder final en el Senado estadounidense. Seis de esos diez puestos demócratas parecen estar inclinados por el mismo partido. Uno de esos puestos, sin embargo, se inclina por los republicanos. Con los cinco puestos restantes, de los cuales tres son demócratas y dos del partido de Trump, las encuestas están demasiado peleadas como para anunciar con certeza un ganador.
Personalmente pienso que ese escenario en el que los demócratas terminan dominando es, en realidad, sumamente improbable.
En pocas palabras, el partido azul no tiene un camino directo hacia el control del Senado. Los inversores pueden concluir con tranquilidad que este aparato del órgano legislativo seguirá siendo republicano, con una mayoría pequeña de 52 a 48, o incluso 53 a 47, una vez que cierren las urnas.
La Cámara de Representantes, sin embargo, es una historia diferente.
El 6 de noviembre, la totalidad de los 435 asientos serán sometidos a elecciones de medio término. Actualmente, el oficialismo controla la cámara, con 236 puestos a su favor contra 193 de los demócratas. Asimismo, hay seis puestos vacíos que se determinarán en la elección. Para obtener de la Cámara de Representantes, los demócratas tendrán que mantener todos sus lugares (incluyendo dos vacantes que deberán quedar en el bando azul), a la vez que deben hacerse con 23 puestos que actualmente le pertenecen a los republicanos.
De los 435 puestos que se decidirán muy pronto, 368 (191 demócratas y 177 republicanos) se consideran victorias seguras para quienes van por la reelección, y eso deja solo 67 puestos que se inclinan un poco por cualquiera de los dos bandos o que simplemente están demasiado cerca como para predecir un ganador. Predecir los resultados de esas 67 posiciones inciertas es sumamente difícil debido a que los indicadores importantes, como las encuestas, presencia potencial de votantes y entusiasmo de parte del público están cambiando todos los días. La gran mayoría de las encuestas y los expertos predicen una victoria para los demócratas en la cámara de representantes. Sin embargo, esas predicciones deben tomarse con pinzas. Mira por qué:
La mayoría de los encuestadores están asociados con cadenas mediáticas como ABC, NBC, The Washington Post, The New York Times y otras que están sumamente a favor de los demócratas. Entonces sus métodos de encuesta pueden cambiar los resultados en favor del partido opositor simplemente tomando los resultados de todos los votantes (en vez de los llamados “votantes probables”). También pueden tomar demasiadas encuestas de demócratas y, en particular, demócratas afroamericanos.
De la misma forma, grupos demasiado pequeños de encuestados pueden resultar en un margen de error sustancial. Estos son los mismos errores que los encuestadores cometieron en 2016, cuando predijeron una victoria para Hillary Clinton con una probabilidad del 70%-90%. Aquellos que se equivocaron en 2016 probablemente fracasen una vez más este año, ya que no han hecho mucho para mejorar su modelos predictivos o balancear tu metodología.
La calidad de las encuestas y los resultados finales de la elección dependen enteramente de la cantidad de ciudadanos que se presenten a ejercer su derecho al voto. Estas entidades están asumiendo cosas con respecto a la presencia de votantes millennials, latinos, mujeres y afroamericanos, así como patrones de votación que, en realidad, están equivocados. También cabe destacar que están sobreestimando la importancia de la “brecha de género”.
A lo que quiero llegar es que los demócratas tienen cierta ventaja a la hora de definir quién controlará la Cámara de Representantes, pero lo cierto es que la elección está mucho menos definida de los que los medios y encuestas dicen. En vista de que todas estas tendencias siguen en juego, debemos prestar mucha atención a lo que ocurra en los próximos días antes de que podamos hacer una predicción final de la votación.
Tu lugar como inversor
Si tanto el Senado como la Cámara siguen siendo de los republicanos, puedes anticipar más de lo mismo. El Senado seguirá aceptando jueces republicanos nombrados por Trump en las cortes federales, e incluso tal vez en la Corte Suprema si se llegara a abrir otra vacante.
Incluso con una mayoría diminuta en la Cámara de Representantes, la disciplina del partido le permitirá a los funcionarios de este partido trabajar con los senadores republicanos y la Casa Blanca en más gasto de defensa, negociaciones comerciales bilaterales y en aislar a China de la escena global. Trump mantendrá sus esfuerzos por construir el famoso “muro” y reformar el control migratorio.
Si por otro lado, el Senado se mantiene del bando oficialista (como se espera) y la Cámara de Representantes pasa a manos demócratas (algo que no está muy definido aún pero que es probable que pase), los inversores deberían esperar resultados sumamente diferentes.
La Cámara de Representantes comenzará una serie desenfrenada de investigaciones, audiencias, citaciones y otras acciones pensadas solo para sacar a Trump de la Oficina Oval o, por lo menos, paralizar su gobierno.
Entre estos esfuerzos, lo principal serán audiencias en las que se buscará destituir a Trump.
Es probable que el Presidente responda de la misma forma y entre en una guerra con los representantes demócratas. Trump vive de controversias como éstas, y usará esos esfuerzos por destituirlo para impulsar su propia campaña de reelección en 2020.
El resultado de todo esto será un gobierno paralizado incapaz de ejercer políticas fiscales, nacionales y llevar adelante relaciones internacionales efectivas. Con la guerra de destitución en la que se batiría el gobierno, la campaña presidencial del 2020 comenzará ahora mismo, lo que inundará de aún más política la situación actual en los Estados Unidos.
Todo esto será sumamente negativo para las acciones y bonos estadounidenses. No es que los mercados se afiliarán con algún lado u otro. Lo que ocurrirá es que los mercados detestan la incertidumbre, y la disfunción política de la que te acabo de hablar engendrará la mayor incertidumbre política desde la Guerra Fría y el escándalo de Watergate en los 70.
Los inversores pueden prepararse para este resultado reduciendo sus distribuciones a las acciones e incrementando sus posiciones de efectivo y oro. Luego, deben prepararse para quedarse pegados a sus pantallas hasta bien entrada la noche en la fecha de la elección, para ver cómo termina dándose todo.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones.