Será que los mercados nos advierten de una crisis de liquidez en 2019? Si las señales se cumplen, es posible que no haya una crisis abrupta, sino un lento descenso hacia el abismo. Una estrategia simple para aprovechar las ofertas que vendrán.
Por Jim Rickards
Si alguna vez viviste una emergencia que te llevó a una situación de vida o muerte, como un accidente de auto o una caída de altura, te habrás dado cuenta de cómo el tiempo parece detenerse.
Ves al peligro que te acecha en cámara lenta. Un ejemplo conocido de esto ocurre en la popular película Matrix, en la que le héroe, Neo, podía esquivar balas gracias a que las cosas se movían lentamente para él.
Y ahora que nos topamos con el 20 aniversario de la crisis financiera de Russia-LTCM, ocurrida en septiembre de 1998, y el décimo aniversario de la crisis de Lehman-AIG del 2008, es importante tener en cuenta ese efecto de ralentización temporal.
Para los inversores, esos eventos fueron el equivalente financiero a caer de un edificio alto, o estar atrapado en un avión cayendo en picada. Si viviste momentos así, recordarás que las horas parecían ser días, y los días parecían semana.
Todo inversor que se precie de tal recuerda perfectamente dónde estaba durante los puntos más álgidos de esa crisis –es decir, el 28 de septiembre de 1998 y el 15 de septiembre de 2008.
Ahora, es posible que buena parte de los participantes de mercado no estén al tanto de que en ambos casos, estos eventos en realidad habían estado desarrollándose por 15 meses.
Y esos 15 meses en los que se fueron formando esos eventos se dio en una “cámara lenta real”, no fue una ilusión.
La crisis relacionada a Russia-LTCM de septiembre del 98 comenzó en junio de 1997, 15 meses antes, cuando Tailandia devaló su divisa y cerró su cuenta de capitales.
Por ya varios años Tailandia había mantenido una tasa de cambio fija con el dólar. Se puso mucho dinero en el real estate y los resorts tailandeses, todo en función de retornos altos garantizados con una tasa de cambio fija. Pero cuando algunos grandes inversores empezaron a retirar su dinero, la gran masa de pequeños inversores comenzó a hacer lo mismo.
Tailandia no pudo cumplir su convertibilidad contra el dólar y terminó devaluando su moneda, causando pérdidas colosales para los inversores estadounidenses. Desde ahí, el pánico se esparció hacia Indonesia, Malasia, Corea del Sur y otras naciones.
Incluso hubo derramamiento de sangre: algunas personas murieron en protestas relacionadas a la situación económica en esos países.
Recuerdo que ese invierno en el Hemisferio Norte los mercados se calmaron, pero el efecto contagio volvió a escena en el verano de 1998.
En agosto, Rusia declaró un default en sus bonos, devaluó su divisa y cerró su cuenta de capitales. Eso llevó a una crisis global de liquidez que generó pérdidas enormes para un fondo de cobertura, Long Term Capital Management. La Reserva Federal y Wall Street se unieron para rescatar LTCM, pero siempre con intención de salvarse a sí mismos por sobre todas las cosas. Los mercados globales estuvieron a horas del colapso total, hasta que finalmente se terminaron de negociar las condiciones de un acuerdo.
Los gigantes caen lento, pero firme
En el otro caso, la crisis de septiembre de 2008 con Lehman-AIG comenzó en junio de 2007, una vez más, 15 meses antes.
HSBC recién había reportado ganancias decepcionantes debido a nuevos defaults minoristas en las hipotecas del sector subprime. En julio de 2007, dos fondos de cobertura de Bear Stearns colapsaron al no poder refinanciar su liquidez de corto plazo con securities de largo plazo. En agosto, la crisis empeoró, la Fed recortó las tasas de interés en el la primera de una larga serie de recortes que concluyeron llevando la tasa a 0%.
Tres importantes fondos de mercado monetario auspiciados por BNP Paribas cerraron sus puertas y renunciaron a sus obligaciones de pagos. Los instrumentos auspiciados por los bancos aislados de los balances y de uso especial simplemente no podían recibir financiamiento de corto plazo.
Una vez más, los mercados se calmaron en el invierno una vez que los fondos soberanos entregaron miles de millones de dólares de dinero nuevo que se inyectó en los bancos estadounidenses.
Pero la crisis volvió en la primavera una vez que Bear Stearns finalmente quedó en bancarrota en marzo de 2008. Luego llegaron las bancarrotas de Fannie Mae y Freddie Mac en junio. El pánico entre el público se convirtió en una crisis de liquidez global que alcanzó su cúspide con la caída de Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, así como la insolvencia subsecuente del gigante de los seguros, AIG.
Wall Street se enfrentaba al colapso posterior de otros bancos, comenzando con Morgan Stanley, hasta que la Fed y el Congreso dieron un paso al rente e inyectaron billones de dólares en garantías, cambios y capital de rescate.
Como vemos, ambas crisis –la de 1998 y la del 2008– comenzaron en un período de más de un año antes de que llegaran a un nivel de crisis global real.
Los inversores tuvieron mucho tiempo para reducir sus posiciones más riesgosas, incrementar sus distribuciones en efectivo y al oro y alejarse del mercado hasta que la crisis explotara y luego comenzara una recuperación. Quienes lo hicieron y tuvieron dinero listo para usarse se encontraron con una lluvia de ofertas. Un inversor con efectivo en el año 2008 habría podido preservar su capital durante la crisis y cuadruplicar su dinero con una inversión tan simple como seguir el índice Dow Jones.
Relativamente pocos inversores hicieron esto. En su lugar, sufrieron el “miedo a perderse lo bueno” a medida que los mercados seguían subiendo hasta que la crisis hizo efecto. Apostaron por la creencia errónea de que podrían “salir a tiempo” si los mercados experimentaban un revés, todo sin darse cuenta de que las caídas son mucho más rápidas que los rallies. Mantuvieron sus posiciones perdedoras esperando y de esta forma perdieron mucho dinero.
Cómo controlar tus sesgos
Casi siempre los sesgos de conducta nos impiden tomar la decisión correcta.
Ahora viene la gran pregunta: ¿Estamos en otro colapso en cámara lenta? ¿Será que los mercados nos advierten de una crisis de liquidez que se desatará en 2019?
Aún no es posible saberlo, pero las señales no son buenas.
Venezuela es una tragedia económica y humanitaria. Turquía, Argentina e Indonesia, economías emergentes importantes, están en medio de sus propias crisis. India, Malasia, Brasil y México están en medio de colapsos de divisas. Sudáfrica se encuentra en medio de una recesión. El crecimiento de China está bajando las revoluciones, y su deuda es insostenible. Y la guerra comercial entre Estados Unidos y el Gigante Asiático está comenzando a surtir efecto en el mundo.
Luego tienes los puntos de conflicto geopolítico, como el Mar del Sur de China, Corea del Norte, Siria, Irán, Ucrania, Taiwán y otros, que podrían comenzar una guerra violenta en cualquier momento.
Ahora, esto es importante: los inversores no tienen por qué tomar este análisis para iniciar un enfoque “todo o nada” con sus portafolios de inversión. Pueden tener una pata en la Bolsa mientras van de a poco liberando capital hacia el efectivo y el oro. La quietud del cash y el retorno más bajos de esos activos tranquilamente cubrirá este costo de oportunidad si se llega a dar una nueva crisis de liquidez y una vez más llueven las ofertas.
Pero la idea es actuar ahora y no esperar hasta que la realidad alcance nuestra percepción de cámara lenta.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones