En un juego de póker a tres manos: si no sabes quién es el mal jugador, entonces tú eres el mal jugador. Trump intentará apartar a China y dejarla fuera del baile, y muy pocas personas parecen entender la importancia de esto.
Por Jim Rickards
Estar en medio del conflicto muchas veces ayuda a ver las cosas con mayor claridad. Y Turquía no sólo está en medio de su propio conflicto, sino que su conflicto se encuentra en medio de un tira y afloje entre grandes potencias.
Hablo de Rusia, Estados Unidos y China.
Donde las disputas entre estas dos últimas podría derivare en un acercamiento entre las dos primeras.
Porque desde mi punto de vista hay una gran probabilidad de que su relación con Estados Unidos mejore y se acerquen, a pesar del actual disgusto sobre la intromisión electoral y los intentos de asesinato de espías rusos.
La razón del posible deshielo en esta relación proviene de la dinámica misma de la geopolítica global. Solo hay tres países en el mundo que, con buenas razones, se consideran como las potencias principales: Estados Unidos, Rusia y China. Ellos son las únicas superpotencias. Algunos analistas pueden sorprenderse de ver a Rusia en esta lista, pero los hechos son indiscutibles.
Más concretamente, el país es una superpotencia nuclear al menos comparable a Estados Unidos y muy por delante de China, Francia, el Reino Unido y otras.
Todas las demás son potencias secundarias (Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, Israel, etc.) o potencias terciarias (Irán, Turquía, India, Pakistán, Arabia Saudita, etc.). Esta realidad estratégica establece una dinámica predecible de tres partes.
Tres son multitud
En cualquier dinámica tripartita, ya sea un juego de póker o una disputa por el control global, la cuestión es simple. Dos de los poderes se alinean explícita o implícitamente contra el tercero. Estos dos poderes alineados se abstienen de usar su potencial uno contra otro con el objetivo de conservarlo para poder usarlo contra el tercer jugador.
Mientras tanto, el tercer poder, al que podemos llamar el “hombre excluido”, sufre teniendo que gastar recursos militares y económicos para defenderse de la jugada de sus oponentes sin la ayuda de nadie.
El gigante asiático es la mayor amenaza geopolítica para Estados Unidos debido a sus avances económicos y tecnológicos y su ambición de apartar al país de la esfera de influencia del Pacífico Occidental.
Y Rusia puede ser una amenaza importante para algunos de sus vecinos, pero no así para los intereses estratégicos de Washington.
Por lo tanto, un equilibrio lógico de poder en el mundo sería que Estados Unidos y Rusia encontraran un terreno de acuerdo para la contención de China y buscaran conjuntamente la reducción de su poder.
Una de las claves de la política exterior de Washington en los últimos 50 o 60 años ha sido asegurarse de que sus pares del otro lado del globo nunca formen una alianza. Mantenerlos separados fue clave, pero estos dos países están forjando lazos más fuertes a través de la Organización de Cooperación de Shanghai (un tratado militar y económico) y el bloque de los BRICS.
Los BRICS guardan ciertas similitudes al FMI y al Banco Mundial en temas como infraestructura crítica, acuerdos comerciales bilaterales, swaps de divisas o ventas de armas.
Esta alineación estratégica de dos contra uno de es un error estratégico por parte de Washington.
Han decidido retirarse de gran parte de Medio Oriente mientras que Rusia ha intervenido en Siria (entre otros lugares) y se está expandiendo en su periferia. A su vez China se está expandiendo en el Mar del Sur de su país. Uno cubre la espalda del otro y Estados Unidos es “el hombre excluido”, el tercer jugador.
Pero la relación ruso-china puede ser explotada. Ambos países tienen una historia de intereses en conflicto, a pesar de que ambos eran comunistas durante la Guerra Fría.
Los dos países tuvieron varios altercados fronterizos en la década de 1960, y uno en particular en 1969 que fue particularmente grave. Según dijo un desertor soviético de alto rango en Estados Unido: “El Politburó estaba aterrorizado de que los chinos pudieran hacer una intrusión a gran escala en territorio soviético”.
Los soviéticos incluso consideraron un ataque nuclear preventivo contra instalaciones chinas. Los funcionarios de la URSS avisaron a Washington sobre la posibilidad, pero la respuesta fue firme. Les advirtieron que cualquier ataque nuclear posiblemente llevaría a la Tercera Guerra Mundial.
El punto es que hay fisuras en esa relación
Fisuras que Estados Unidos podría explotar.
Por otro lado, tanto este país como el gigante euroasiático son los primeros y segundos productores de energía más grandes del mundo. Arabia Saudita es el tercero. Si colocas a Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita en una alianza flexible, dominarían los mercados de energía. Juntos tienen la capacidad de desabastecerte, de suministrarte y de establecer precios.
¿Y quién es el que más necesita energía? China.
El gigante oriental tiene muy poco petróleo y gas natural. Es cierto que tienen carbón, pero si hoy viajas a Pekín verás que parece de noche en pleno mediodía porque el aire es muy malo, tanto que no puedes ni respirarlo. Las enfermedades pulmonares se están volviendo bastante comunes allí. Literalmente se están ahogando hasta la muerte. Siendo así, esta triple alianza actuando en conjunto tiene al milenario país completamente a su merced.
Pero Washington no tiene ninguna relación con Moscú actualmente para ayudar a respaldar su posición en contra del país oriental. Es dos contra uno, y Estados Unidos es el excluido.
En un juego de póker a tres manos, si no sabes quién es el mal jugador, tú eres el mal jugador. Trump intentará apartar a China y dejarla como “el hombre excluido”. Y muy pocas personas parecen entender esto.
A medida que el poder de la potencia oriental se expande y que el poder estadounidense se pone a prueba en Asia, es probable que Washington corrija su reciente miopía estratégica y encuentre formas de trabajar con el Kremlin. O al menos debería. Esto no se hará por esperanzas sobre la verdadera naturaleza de Putin o su régimen, sino como una simple cuestión de necesidad geopolítica.
La cobertura, no me cansaré de decirlo, son el oro y las monedas alternativas como ésta.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones