Puede que las criptomonedas en realidad no sean tan disruptivas como muchos quieren creer…
Por Jim Rickards
¿Recuerdas aquellos días (hace unos seis meses) en los que el bitcoin se suponía que iba a revolucionar el sistema bancario global y eliminaría la intervención de los banqueros “malos y egoístas”?
Bueno, resulta que en medio de esta revolución, algo muy curioso ocurrió: elpropio bitcoin comenzó a experimentar turbulencias, cayendo un 50% desde diciembre. Mientras tanto, los bancos que se suponía iban a ser profundamente afectados por la llegada del bitcoin en realidad están tomando el control del blockchain, la tecnología que lo sustenta.
Nada de esto debería sorprenderte. Las tecnologías disruptivas llegan de vez en cuando y cuando esto sucede las franquicias bien arraigadas tienen su propia manera de resistirla o hacerse de la nueva tecnología.
Uber, por ejemplo, es disruptivo, pero los taxistas de Londres (los mejores del mundo, por cierto) se han organizado para revocarle a Uber su licencia. De forma similar, fue ingenuo creer que los bancos simplemente se quedarían de brazos cruzados mientras la tecnología blockchain hace de la suyas. En este momento, absolutamente todos los bancos importantes están estructurando comités de investigación blockchain y proyectos de desarrollo en relación a esta tecnología.
La primera potencia económica del mundo en declarar al bitcoin una “moneda” de curso legal para el pago de bienes y servicios fue Japón. Ahora bien, esto no le da un valor fijo al bitcoin ni tampoco obliga a nadie a utilizar la criptomoneda. Este estatus legal solo se usa para evitar que las transacciones de bitcoin puedan ser impugnadas por falta de validez.
Los bancos japoneses están aprovechando la oportunidad y apostando con todo lo que pueden. El banco más grande de Japón actualmente está creando su propia criptomoneda. El tema valoración no será un problema, ya que cada coinvaldrá exactamente un yen. Honestamente, esta divisa virtual no es más que un método alternativo de pago, como PayPal.
Sin embargo, esta criptomoneda les permite a los clientes del banco hacer y recibir pagos a través del blockchain con un equivalente del yen a precios mucho más bajos. Además, como se trata de es un sistema “de permisos” (es decir, los clientes solo pueden participar con la aprobación del banco), la verificación de los pagos no exige largos y aparatosos procesos de pruebas que sí requiere elblockchain original.
El blockchain han llegado para quedarse –pero el bitcoin no, y los bancos se asegurarán de eso.
Otro argumento importante a favor del bitcoin es que totalmente invisible para las agencias tributarias.
Pero… la realidad es que esto no es del todo correcto. Esto me recuerda a una historia que ocurrió hace unos 15 años atrás.
Se trataba de un banquero suizo que subió a un CD-ROM toda la información confidencial que pudo encontrar sobre los estadounidenses que tenían cuentas en bancos suizos. Luego, el banquero fue a Estados Unidos y le dio dicha información al Tesoro y al FBI.
Resulta que el banquero sabía bien que estaba metido en varios problemas por ayudar a ciudadanos estadounidenses a evadir impuestos, y esta fue su forma de evitar repercusiones legales. Es decir, el banquero delató a sus clientes. Lo que ocurrió después fue una cacería humana de una década por parte de las autoridades fiscales, a fin de traer a la justicia a todo el que evadió impuestos o cuyo nombre aparecía en el infame CD.
Estados Unidos jugó rudo de una forma peculiar: no fue nada más persiguiendo a los individuos, sino que le puso mucha presión a los propios bancos suizos. Los bancos suizos más grandes, como UBS y Credit Suise, cuentan con enormes operaciones de administración de riqueza en los Estados Unidos, por lo que elgobierno simplemente le dijo a los bancos que tenían dos opciones: o le entregaban toda la información sobre sus clientes, o sencillamente se les clausurarían sus operaciones en suelo estadounidense.
Como esperarás, los bancos cooperaron.
Algunos de esto evasores de impuestos contrataron abogados, mientras que otros simplemente se entregaron a las autoridades y pagaros sus impuestos (más intereses y multas) para evitar ir a prisión. Otro grupo decidió esperar a ver qué ocurría y terminó en la cárcel. Hoy en día, si un estadounidense va a Suiza e intenta abrir una cuenta bancaria, ni bien las palabras terminen de salir de su boca le van a denegar la petición; no tienen interés alguno en aceptar clientes estadounidenses.
Hoy en día está ocurriendo algo similar con las criptomonedas. El Tesoro estadounidense está preocupado de que las divisas digitales sean “la nueva Suiza” y que le permitirá a los ciudadanos esconder sus ingresos y evitar pagar impuestos. Y es probable que se estén en lo correcto. El Tesoro atacará a las criptomonedas con las mismas tácticas que usó contra los bancos suizos.
De hecho, la IRS –el servicio de impuestos de Estados Unidos- ya está demandando todos los registros de transacciones de criptomonedas provenientes de los exchanges , exigiendo datos como nombres, direcciones, números de seguridad social e información de las cuentas bancarias de sus clientes.
Los fans del bitcoin que se burlan del gobierno y juegan al “atrápame si puedes” se enterarán por las malas de que el gobierno estadounidense tiene los recursos para seguirles la pista hasta el fin del mundo.
Y ésta es tan solo otra señal de que la realidad por fin le está pisando los talones al mercado del bitcoin.
Llevo años diciendo que el bitcoin es un fraude, un esquema Ponzi y una burbuja, todo a la vez. Este análisis lo basé en las fluctuaciones de precio y otros cuantos factores técnicos, así como un poco de evidencia anecdótica.
Los críticos siempre demandaban “prueba” absoluta e inequívocamente irrefutable de que, en efecto, el bitcoin era un fraude, pero a raíz de su naturaleza anónima esto solía ser difícil. Mas ahora vemos la evidencia llegando a la luz casi todos los días.
Se reportan nuevos hacks todo el tiempo, los exhanges rutinariamente pierden millones de dólares y como resultado terminan cerrando sin ningún tipo de cuidado por el bienestar de sus clientes. Este, el que bien podría ser uno de los fraudes más grandes de la historia, parece finalmente estar llegando al ojo público –y está íntimamente relacionado al bitcoin.
Un cripto-Exchange llamado Bitfinex les debe a sus clientes cientos de millones de dólares que alguna vez estuvieron en sus cuentas. La casa de cambio digital mantiene las aguas turbias y no revela nada a sus clientes sobre los fondos que realmente tiene a disposición y sobre si su dinero realmente está seguro.
Bitfinex patrocinó otra criptomoneda llamada Tether, misma que está atada al dólar en una tasa de cambio fija uno a uno. Los clientes dan US$ 1 (o elequivalente en otra criptomoneda) y reciben un Tether a cambio. Los precios que se paguen por los Tether supuestamente se deben mantener en reserva, a fin de respaldar esa promesa de cambio uno a uno.
Nadie sabe con certeza si Tether tiene fondos o no. También parece ser que cada vez que el precio del bitcoin se derrumbó, se generaron millones de Tether de la auténtica nada a fin de impulsar el bitcoin en el Exchange de Bitfinex.
Todo esto ha creado sospechas de que Bitfinex y Tether no son más que esquemas Ponzi. Hace un par de semanas, el gobierno estadounidense se metió en este asunto, clavándole varias citaciones a Bitfinex y a Tether, en las que demanda información sobre sus reservas y la seguridad de los fondos de sus clientes.
Si las sospechas de fraude resultan ser correctas, podría desencadenarse un episodio de crisis, con todos los tenedores e inversores perdiendo confianza en elespacio de las criptos como un todo. Esto en sí mismo sería bastante malo.
Pero realmente el mayor temor aquí es que la crisis de las criptomonedas contagie los mercados regulados de acciones y bonos, dando inicio así a otra crisis económica global (haz clic aquí para ver para cuándo estoy esperando que esto suceda –y el porqué).
Si ello llegara a pasar, la corrección que recién vimos parecerá un simple juego de niños. El único activo refugio que deberías considerar es el oro físico.
Saludos,
Jim Rickards