Se veía venir.
En El Inversor Diario ya alertamos sobre las consecuencias para el euro de la crisis energética europea y la más que previsible recesión provocada por la inflación descontrolada en el Viejo Continente.
Ya se da por hecho que este invierno las importaciones de gas natural procedentes de Rusia se detendrán, poniendo en una situación muy complicada a los países más dependientes de estas importaciones entre los que destaca Alemania.
En este escenario de incertidumbre sobre el abastecimiento, el encarecimiento de las materias primas -principalmente las energéticas como el gas y el petróleo- se ha acentuado y ha puesto contra las cuerdas a la industria alemana, principal motor de las exportaciones a nivel europeo.
El resultado de unas importaciones energéticas más costosas y de una actividad industrial decreciente como consecuencia de los problemas de abastecimiento, he llevado a la balanza comercial en la Eurozona a un terreno negativo en el que no hay precedentes recientes.
Fuente: TradingEconomics | Eurostat
En mayo la balanza comercial europea presentó un saldo negativo de 26.300 millones de euros, algo que contrasta con el saldo positivo de 12.000 millones que existía apenas un año atrás.
Al tener que cambiar nuestros euros por otras divisas para adquirir bienes y servicios que ahora son más costosos que antes, esto se traduce en una presión a la baja para el euro que de momento no parece tener visos de detenerse.
Tras perder el soporte en los 1,05 dólares por euro que sirvió para contener las caídas en 2015 y 2016, en los últimos días la cotización de la divisa comunitaria se desplomó hasta perder por momentos la paridad con el dólar el pasado jueves, algo que no sucedía desde la entrada en circulación del euro hace 20 años.
Fuente: Investing
Si nos fijamos en el gráfico con el cambio entre el euro y el dólar, observamos como la divisa comunitaria se mueve en un canal bajista respecto al billete verde, con un objetivo en los 0,94 dólares por euro.
La pérdida del soporte en los 1,05 dólares por euro nos llevaría hacia este nuevo nivel, claramente por debajo de la paridad con el dólar, algo que supone un problema para todos los ciudadanos, ya que además de devaluar nuestros ahorros y salarios provocaría una mayor inflación, al aumentar el precio en euros de las importaciones exteriores.
La solución para apoyar la cotización del euro pasaría por un cambio radical en la política monetaria del Banco Central Europeo, que tendría que pivotar desde un escenario de fuertes estímulos monetarios a una política de mayores tipos de interés como ya está haciendo la Reserva Federal.
Sin embargo, esto encarecería la financiación tanto pública como privada, algo que golpearía a la economía europea en un momento en el que el endeudamiento aumentó notablemente como consecuencia de los planes de estímulo para salir de la pandemia.
Esta opción no está sobre la mesa, y es que el BCE ya se mostró contrario a movimientos que pongan en peligro la capacidad de financiarse de los países periféricos, entre los que destacan España e Italia.
Así, parece inevitable que en los próximos meses el euro continúe devaluándose frente al dólar, algo de lo que como inversores podemos sacar partido invirtiendo en activos denominados en dólares como por ejemplo las acciones y bonos estadounidenses.
Aunque España está sufriendo una ola de calor como no se recuerda en mucho tiempo, el invierno se acerca a cada día que pasa y cuando la crisis energética sea una dolorosa realidad, el valor del euro podría bajar igual que lo harán las temperaturas.
Economista español que forma parte del equipo de Inversor Global desde hace 8 años. Entre 2013 y 2017, estuvo al frente del lanzamiento de Inversor Global en España. Bajo su dirección, Inversor Global superó los 100.000 suscriptores en España y se asentó como un referente de las finanzas en el país. En la actualidad, Alberto es el editor de El Inversor Diario España, donde publica su columna semanal.