El próximo colapso financiero tendría lugar en las prácticas de inversión pasiva. Actualmente el 80% del trading de acciones se realizan bajo esta modalidad.
Por Jim Rickards, desde Darien, Connecticut
Querido lector,
En la actualidad, tanto en los mercados de valores, como los de bonos y monedas, prevalece una característica particular que puede describirse como “automatización automatizada”.
¿Qué quiero decir con esto?
Existen dos etapas en el proceso de invertir en el mercado accionario. La primera es una asignación preferida entre acciones.
Hay dos etapas en la inversión de valores. La primera tiene que ver con la colocación preferencial entre acciones, bonos, efectivo, etc. En esta etapa, también tienes que decidir cuánto capital colocar en productos indexados o fondos cotizados en bolsa (ETF, que son una especie de mini-índice) y cuánto de tu cartera administrarás de manera activa.
La segunda etapa supone el despliegue de las decisiones reales de compra y venta de los activos: cuándo retirarse, cuando ingresar, cuando quedarse al margen con activos seguros, tales como oro y bonos del Tesoro.
Lo que los inversores pueden no entender es hasta qué punto estas dos decisiones ahora dependen completamente de las computadoras. Y con esto no me refiero al matching de operaciones automático en el cual soy el comprador y tú el vendedor y el sistema hace coincidir nuestros pedidos para que se ejecute la transacción. Este tipo de trading existe desde la década del 90.
A lo que realmente me refiero es al proceso computarizado que emplea algoritmos para hacer las asignaciones y colocaciones de portafolio y tomar decisiones de compra y venta de activos, sin ninguna intervención humana. Esa es ahora la norma.
Los inversores activos que hacen su tarea, aumentan la liquidez del mercado y llevan adelante el descubrimiento de nuevos precios se están reduciendo. Los inversores pasivos que “viajan gratis” en el sistema y no agregan nada al descubrimiento de nuevos precios se están expandiendo de forma exponencial, entonces los parásitos están comenzando a abrumar al elefante.
Los inversores activos son los que apuntalan el mercado cuando éste se encuentra bajo estrés. Si los mercados están cayendo rápidamente, los inversores activos ven valor y se dan a la tarea de comprar.
Si los mercados siguen subiendo al estilo de una burbuja, los inversores activos pueden tomar ganancias y mantenerse al margen.
Actualmente, el 80% del trading de acciones está automatizado en forma de ETFs (60%) o de modelos cuantitativos (20%). Esto significa que la “inversión activa”, donde eliges la asignación y el momento, se reduce al 20% del mercado. Aunque los inversores activos reciben también la ejecución automatizada.
En total, la cantidad de intervención humana en el mercado en el sentido tradicional se ha reducido a alrededor del 5% del trading total. Esta tendencia es el resultado de dos falacias intelectuales.
La primera es la idea de que “no se puede superar al mercado”. Esto lleva a los inversores a indexar fondos que repliquen el mercado. La verdad es que, con buenos modelos, es posible ganarle al mercado, pero eso no significa que sea fácil.
La segunda falacia es que, en un horizonte lejano, el futuro se parecerá al pasado, por lo que las asignaciones “tradicionales” de, por ejemplo 60% de acciones, 30% de bonos y 10% de efectivo (con menos acciones a medida que envejezcas) te serán útiles.
Pero lo que Wall Street no te dice es que un colapso del mercado de valores en torno al 50% o más, tal como sucedió en los años 1929, 2000 y 2008, justo antes de tu fecha de retiro, te hará perder todo el patrimonio que construiste a lo largo del tiempo con tus inversiones.
Y estamos hablando de una amenaza aún más importante de lo que muchos creen.
En un mercado al alza, este tipo de inversión pasiva magnifica la suba a medida que los indexadores se abalanzan sobre acciones populares, como Google y Apple. Pero hasta el más mínimo sell-off puede convertirse rápidamente en una estampida de ventas, una vez que los inversores pasivos quieran huir todos juntos al mismo tiempo sin tener en cuenta los fundamentos de una acción en particular.
Los fondos indexados abandonarían de inmediato las acciones. Los inversores pasivos buscarían inversores activos capaces de dar un paso al frente y comprar papeles. El problema es que en ese escenario, no quedaría ningún inversor activo, o al menos, no los suficientes como para hacer la diferencia. No quedarían inversores activos que arriesguen su capital intentando atrapar un cuchillo en el aire.
Las acciones se desplomarían. La próxima crisis del mercado será como un tren descontrolado y sin frenos.
Todo se resume a la complejidad, y el mercado es un ejemplo de un sistema complejo.
Una característica fundamental de los sistemas complejos es que el tamaño del peor evento que pueda suceder es solo una función exponencial de la escala del sistema. Esto significa que cuando la escala de un sistema complejo se duplica, el riesgo sistémico no se duplica, sino que puede incrementarse exponencialmente.
Este tipo de quiebre repentino e inesperado que parece surgir de la nada, es totalmente congruente con las predicciones de la teoría de la complejidad. El incremento de la escala del mercado está correlacionado con colapsos de mercados exponencialmente mayores.
Bienvenido al mundo de la inversión automatizada. Prepárate para el colapso en que va a terminar todo esto.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones. Es un abogado, economista y banquero de inversión. Ha brindado su vasto conocimiento de los mercados a la comunidad de inteligencia estadounidense y al pentágono.