Existen muchos activos “de moda” en el mercado que carecen de liquidez. Y es precisamente allí, donde se encuentra uno de los peligros más significativos que corre la escena bursátil hoy.
Diego Martínez Burzaco
Nos encontramos a pocos días de cumplir el undécimo aniversario de la caída del banco de inversión Lehman Brothers. El 15 de septiembre de 2008 es considerado el inicio de la última gran crisis económica global, solo comparada con la Gran Depresión de 1930.
Recuerdo perfectamente ese día lunes.
Ya veníamos de tiempos muy agitados y rumores la semana anterior. Para el viernes 12 de septiembre de 2008, Lehman Brothers había perdido el 90% de su capitalización bursátil. Sus problemas de liquidez se habían convertido en graves limitaciones de solvencia a partir de rescates masivos de fondos por parte de sus inversores.
Durante todo el fin de semana hubo negociaciones entre el Tesoro americano, la Reserva Federal y distintos bancos que, en un principio, se pensaba que estaban más solventes para adquirir al banco de inversión Lehman.
Las negociaciones no llegaron a buen puerto y fue ese primer día hábil de la semana en el que todos fuimos testigos de aquellas imágenes, que mostraban a los ahora ex empleados de Lehman Brothers llevarse sus pertenencias de las oficinas de Manhattan en unas diminutas cajas de cartón.
Así, fue el principio del fin del mercado alcista, inaugurando la era de un colapso bursátil que tenía escasos precedentes en los últimos 100 años.
El correr de esos acontecimientos también fue el inicio de una fuente de inspiración para muchos productores de Hollywood, que apostaron en los años siguientes a recrear la locura y pánico de aquel entonces en distintos filmes.
Uno de los más recordados fue The Big Short (La Gran Caída), donde se presenta el rol que protagonizó el administrador de portafolios Michael Burry, quien se hizo millonario gracias a su apuesta bajista contra el mercado de hipotecas en Estados Unidos.
Si no viste la película, es un buen momento para hacerlo. No solo es un film interesante sino que también cumple con su rol de informar acerca de cómo se gestó la tan recordada crisis de las hipotecas de baja calidad.
¿Por qué traigo a escena esta película y a Michael Burry?
No solo por el hecho cronológico del aniversario del colapso de Lehman Brothers, sino también por el hecho de que Burry volvió a ser noticia la última semana al señalar cuál será la próxima gran burbuja financiera por explotar.
En seguida hablaremos de ello.
Sobre administraciones de portafolio
En el campo de las inversiones, existen dos corrientes bien diferenciadas en lo relativo a la administración de portafolios o carteras de inversión.
Por un lado, tenemos lo que se denomina la administración pasiva que implica asumir una estrategia de inversión que esté anexada lo más cerca posible de un índice de acciones o bonos para optimizar el manejo del portafolio.
Estos índices testigos se los considera benchmark y la estrategia gira en torno a replicar lo más fehacientemente posible a los mismos. Por citar algunos ejemplos podríamos hablar de un Fondo Común de Inversión que replica al índice S&P Merval en Buenos Aires o un fondo mutuo que replica el índice IPSA de Santiago de Chile o un instrumento que replica al Índice General de la Bolsa de Valores de Colombia (IGBC), solo por citar a algunos.
Los defensores de este tipo de inversión señalan que no existe mejor estrategia en el largo plazo que estar alineado con los índices testigos. Para ellos, no es posible obtener rendimientos constantes por encima de los índices generando operaciones permanentemente, por lo que lo mejor es tener una administración pasiva del dinero, permitiendo ganar eficiencia en los resultados y perder tiempo desmedido mirando las pantallas.
Por el otro lado, están los defensores de la administración activa. Estos estrategas suponen que sí es posible obtener retornos por encima de los índices de manera sistemática en el tiempo y, para ello, es necesario ejercer el stock picking (selección individual de acciones) en base a los fundamentos económicos y algunos aspectos del análisis técnico.
En este último terreno es en el que me siento mayormente identificado.
La burbuja que podría estallar
Volviendo a Burry, era necesario aclarar la cuestión de los dos tipos de administraciones de portafolios para poder avanzar.
La semana pasada, en una entrevista al portal de noticias Bloomberg, el estratega señaló:
“La inversión pasiva ha eliminado el ejercicio de descubrimiento de precios baratos en los mercados de valores. Las tesis simples y los modelos que llevan a las personas a sectores, factores, índices o ETF y fondos mutuos que imitan esas estrategias, no requieren el análisis de nivel de seguridad que se requiere para el descubrimiento de precios reales.”
Burry sostiene, entre otras cosas, que el extraordinario desarrollo que tuvieron los activos financieros asociados a la inversión pasiva, principalmente los Exchange Traded Funds (ETF), ha captado un aluvión de inversiones sin precedentes por parte de un gran universo inversor que carece de los conocimientos necesarios para entender en lo que se invierte.
Desde la visión del profesional, hay claro riesgo de liquidez referente a estos instrumentos:
“En el Índice Russell 2000, por ejemplo, la gran mayoría de las acciones tienen escaso volumen negociado y de menor valor. Hoy (4 de septiembre) conté 1.049 acciones que negociaron menos de USD 5 millones durante el día. Eso es más de la mitad de los integrantes del índice. De estos 1.049 papeles, casi la mitad de esos, 456 acciones, negociaron menos de USD 1 millón durante el día.
Sin embargo, a través de la indexación y la inversión pasiva, cientos de miles de millones de inversores están vinculados a acciones como estas. El S&P 500 no es diferente: el índice contiene las acciones más grandes del mundo, pero aun así, 266 acciones, más de la mitad, negocian menos de USD 150 millones por día en la actualidad. Eso suena mucho, pero al haber miles de millones de dólares en activos a nivel mundial que están indexados a estas acciones es de un gran riesgo. El teatro se llena cada vez más, pero la puerta de salida es la misma de siempre. Todo esto empeora a medida que estos activos de inversión ingresan a mercados de renta variable y bonos aún menos líquidos a nivel mundial”.
Claramente tenemos un riesgo acá. Existen millones de dólares que están asociados a activos que tienen, en promedio, un nivel de operaciones promedio diario muy pequeño. Una corrida de pánico contra estos activos podría implicar, claramente, un efecto de salida “pequeña” donde la única forma de acceder afuera sería mediante una dramática caída del precio de las acciones para poder dar salida a todos los inversores.
Y eso tendría un efecto devastador sobre la riqueza bursátil a nivel global, con su potencial efecto negativo sobre la economía mundial.
Pero en esencia, creo que es parte de las reglas de juego de cualquier sistema financiero y bursátil del mundo. Así como dimos el ejemplo de las acciones, el mismo efecto manada se produciría, llegado el caso, si todos los depositantes de un país deciden retirar masivamente los depósitos bancarios. No hay suficiente dinero para todos, ya que una gran parte de sus depósitos han sido prestados a otras personas.
Así, ningún sistema financiero y bursátil está preparado para evitar este tipo de efectos. Cuando ocurren, claramente hay serios perdedores. Y lo que señala Burry no es para soslayar llegado el caso extremo de un tremendo estrés financiero.
Cómo evitar el riesgo manada
Como te dije anteriormente, yo soy más proclive a defender la administración activa de los portafolios. Creo que, asumiendo los riesgos del caso, se le puede ganar a los índices bursátiles en el largo plazo.
Desde ya que se necesita profesionalismo, análisis y mucha racionalidad para poder alcanzar ese objetivo. Pero hay resultados que nos avalan al respecto, como se puede observar en la cartera de Doble o Nada.
Eso lo logramos con tres características que te sugiero consideres para evitar el efecto manada que puede tener los activos relacionados con la inversión pasiva.
1- Conocer cómo funcionan los activos en los que uno invierte.
2- Establecer objetivos de inversión alcanzables y razonables en el tiempo.
3- Evitar los activos de moda y sólo focalizarse en los que nuestro análisis avalan el potencial alcista.
Creo que la principal virtud de un analista de mercado es tratar de generar ideas de inversión cuyo potencial alcista sea mayor que los índices testigos. Ese ha sido mi principal objetivo desde que me uní a Inversor Global hace más de 8 años atrás.
A tu lado en los mercados,
Diego Martinez Burzaco