Entiendo que para muchos invertir puede parecer una actividad compleja, sobre todo cuando se dan los primeros pasos en el mundo de las inversiones y las finanzas personales. Créeme que miedos hemos tenido todos al comienzo, pero los mismos se superan con adquisición de conocimiento, experiencia y a través de la decisión de avanzar a paso firme.
Por Diego Martínez Burzaco, desde Buenos Aires, Argentina
Romper la inercia.
¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase para referirnos a distintos hábitos de nuestras vidas?
Cuando uno desea comenzar a emprender una nueva actividad, lo primero que debe hacer es salir de la zona de confort y ponerse en movimiento. Sin esto, es imposible dar inicio a cualquier situación diferente a la que veníamos atravesando. Puede ser el caso de comenzar una dieta, el gimnasio, un curso de cualquier índole, una carrera universitaria, etcétera.
Para todo esto se necesita romper la inercia, primero, y tener persistencia, después.
En materia de inversión bursátil pasa exactamente lo mismo. No hay atajos y para comenzar lo primero que se requiere es salir de la zona de comodidad en la que cualquier ahorrista podría encontrarse, sea comprando dólares o poniendo sus ahorros en un depósito a plazo fijo en su banco.
Pero las anteriores estrategias son de ahorro más que de inversión. Déjame explicarle por qué.
En el primer caso, cuando uno compra dólares se protege de una eventual devaluación de su moneda doméstica (en mi caso, el peso argentino; pero lo mismo vale para el peso mexicano, colombiano o chileno, o para el sol peruano), pero si esas divisas no son invertidas, siempre tendrás la misma cantidad de dólares. Y ese dinero también va perdiendo poder adquisitivo porque en el mundo hay inflación en dólares.
En el segundo caso, históricamente los rendimientos de los depósitos a plazo fijo han estado por debajo de la inflación doméstica de cada uno de los países de la región. Así, el ahorrista siempre ha tendido a perder poder adquisitivo con uso de este instrumento.
Por estos motivos, el ahorrista latinoamericano debe sí o sí romper la inercia para pasar a convertirse en inversor.
Ahora, para dar ese salto, se debe tener algunas nociones básicas bien resueltas.
¿Qué es invertir?
De forma muy simple, podemos decir que se trata de la actividad a partir de la cual logramos capitalizar nuestros ahorros en el mediano/largo plazo, de manera tal que podamos comprar más bienes y servicios en el futuro gracias a las ganancias provenientes de esa inversión.
Tan simple como eso.
Entiendo que para muchos invertir puede parecer una actividad compleja, sobre todo cuando se dan los primeros pasos en el mundo de las inversiones y las finanzas personales. Créeme que miedos hemos tenido todos al comienzo, pero los mismos se superan con adquisición de conocimiento, experiencia y a través de la decisión de avanzar a paso firme.
Si esto no es suficiente, mi objetivo es intentar ayudarte en estas etapas iniciales. En mi caso personal, una técnica que me funcionó muy bien tuvo que ver con el hecho de hacerme tres preguntas bien básicas y sencillas.
Si estaba en condiciones de responderlas adecuadamente, entonces podía comenzar a probarme el traje de inversor.
Avancemos con las mismas…
1. ¿Para qué invierto?
En muchas ocasiones la persona en cuestión no tiene identificado en absoluto el motivo principal por la cual llevar a cabo una determinada inversión.
Para algunas se trata de un juego, para otras de una diversión o quizás el motivo principal sea para innovar. Pero si no tienes en claro tu objetivo, seguramente tu probabilidad de perder dinero o rendirte ante los mercados será mucho más elevada.
Uno como inversor puede tener múltiples objetivos: desde menos ambiciosos, como tener más poder de compra para poder disfrutar el dineroen vacaciones futuras u objetivos de largo plazo como el hecho de armar un fondo con el objetivo de financiar el estudio de sus hijos o adquirir su vivienda propia.
Para todos los casos, resulta indispensable saber cuál es el motivo por el que estoy invirtiendo. Porque a partir de allí las estrategias son diferentes.
2. ¿Cuál es el riesgo que estoy dispuesto a correr?
Como en cualquier actividad, en lo respectivo a lo bursátil existen distintos niveles de riesgo. El menú de inversión es muy amplio, con una oferta casi infinita de instrumentos de inversión. Desde bonos, acciones o ETF, pasando por monedas, commodities u otros derivados.
Cada activo financiero en particular tiene un nivel de riesgo distinto, que se asocia con un retorno esperado diferente.
Resulta imprescindible entender en qué estoy invirtiendo cuando llevo adelante una estrategia, y tener claro si ese instrumento está o no acorde a minivel de tolerancia al riesgo. De esta manera, estaré seguro de que no estoy asumiendo más riesgo al tolerable.
3. ¿Por cuánto tiempo invierto?
Un inversor organizado es uno más inteligente que el resto. Tiene una ventaja intangible que le permitirá alcanzar mejores resultados. Quien tiene una estrategia que mantiene a lo largo del tiempo, de manera consistente y confiable, sentirá más confianza en las decisiones de portafolio.
El horizonte temporal de la inversión es clave, lo que nos lleva a preguntarnos: “¿Voy a necesitar pronto el dinero que estoy invirtiendo?¿Puedo invertir a más largo plazo?”.
Seguramente, el plazo de inversión estará muy alineado con los objetivos que uno se plantea. Para aquellos más ambiciosos, que requieren de mayor tiempo de maduración, los tiempos serán más largos y, como decíamos más arriba, las estrategias deberán aplicadas alineadas a esos motivos.
Una cartera de inversión puede segmentarse en distintas inversiones a diferentes plazos que sean compatibles con los objetivos de corto, mediano y largo plazo que nos planteamos.
Eso es subjetivo a las necesidades de cada uno. Lo que es totalmente objetivo para poder avanzar con un riesgo más acotado es estar en condiciones de responder cada una de las tres preguntas descritas anteriormente.
Si estás en condiciones de hacerlo, tu salud financiera (y la de tus ahorros) te lo agradecerá.
A tu lado en los mercados,
Diego Martínez Burzaco