El euro está bajo presión. La inacción del BCE le puso en el ojo del huracán, sin embargo lo que definitivamente podría llevarlo a mayores caídas respecto a las principales divisas del planeta es la crisis energética que está azotando al Viejo Continente.
En mi columna del pasado día 15 te conté cómo el repunte en los intereses de la deuda periférica de la Eurozona obligará al Banco Central Europeo a mantener sus compras de los bonos soberanos de los países del Sur de Europa como Italia, España, Portugal o Grecia.
El mantenimiento de los estímulos monetarios por parte del BCE en un entorno en el que la Reserva Federal y otros grandes bancos centrales están revirtiendo las políticas monetarias expansivas hizo que el euro perdiera valor respecto al dólar.
Ahora, la crisis energética podría suponer un factor adicional que propicie el declive del euro respecto al resto de grandes divisas mundiales.
El encarecimiento de los hidrocarburos que la Unión Europea tiene que importar provoca que los países europeos tengan que vender más euros para adquirir los dólares necesarios para adquirir estos combustibles fósiles, ya que las materias primas como el petróleo o el gas se negocian en dólares en los mercados internacionales.
Al vender euros de manera masiva se añade una presión a la baja para el valor de la divisa comunitaria. Pero existe un tercer factor, además de la devaluación monetaria y el mayor coste de las importaciones energéticas europeas, que podría añadir presión bajista al euro…
Uno de los factores detrás del estatus de “moneda fuerte” detrás del euro es la capacidad exportadora de Alemania, con diferencia la mayor economía de la Zona Euro.
La balanza de pagos de Alemania registró en 2021 un saldo positivo del 7% de su PIB gracias a la pujanza de su sector exportador, principalmente el relacionado con la maquinaria, la industria petroquímica y los componentes industriales.
Balanza de pagos de Alemania en porcentaje del PIB. Fuente: Banco Mundial
Estas industrias sin embargo tienen algo en común, y es que consumen energía de manera muy intensiva.
Para conseguir un suministro de energía constante y económico para su poderosa industria, hasta ahora Alemania dependía de Rusia, su principal proveedor de hidrocarburos.
Sin embargo, el estallido de la guerra en Ucrania y el posterior establecimiento de sanciones por parte de Occidente a Rusia han propiciado que el flujo de las importaciones energéticas rusas en Alemania haya disminuido considerablemente.
Esto ha provocado que los precios de la energía eléctrica en Alemania hayan alcanzado los 250 euros por megavatio, un máximo histórico que ha disparado los costes energéticos a los que tiene que hacer frente la industria alemana.
Coste de la electricidad en Alemania. Fuente: Bloomberg
La preocupación en Berlín va más allá del mayor coste de la energía, y es que ante la previsión de que se produzcan problemas de abastecimiento energético Alemania ha decidido reactivar sus centrales térmicas de carbón, la inmensa mayoría en fase de desmantelamiento ante los compromisos medioambientales del país en el marco de los Acuerdos de París.
Ante el encarecimiento de la energía o incluso el potencial desabastecimiento, unido al empeoramiento de las condiciones económicas a nivel global, las exportaciones alemanas sufrirán un duro golpe.
La locomotora alemana, que hasta ahora era el principal sostén del euro, no solo está perdiendo velocidad, sino que incluso podría detenerse bruscamente.
Este factor, unido a la devaluación del euro por las políticas monetarias del BCE y al mayor gasto en importaciones energéticas en Europa, podría añadir una importante presión adicional a la baja en el euro, algo que empobrecería a los europeos y supondría un impulso aún mayor a la peligrosa dinámica inflacionaria que atraviesa el Viejo Continente.
Para protegernos ante este escenario lo ideal es apostar por activos que no se vayan a ver lastrados por la devaluación del euro. Dos activos que nos pueden aportar mayor seguridad en este contexto es el dólar (gracias a la decidida actuación de la Reserva Federal para contener la inflación en Estados Unidos) y el oro, tradicional refugio en los momentos de alta inflación y devaluación monetaria.
Economista español que forma parte del equipo de Inversor Global desde hace 8 años. Entre 2013 y 2017, estuvo al frente del lanzamiento de Inversor Global en España. Bajo su dirección, Inversor Global superó los 100.000 suscriptores en España y se asentó como un referente de las finanzas en el país. En la actualidad, Alberto es el editor de El Inversor Diario España, donde publica su columna semanal.