Una descripción detallada del conflicto entre ambas potencias mundiales.
En nuestro planeta existen todo tipo de peleas entre países y regiones. Las razones de estos choques son diversas, pero en todas prima el componente económico como punto central: la adquisición de recursos estratégicos, la administración del poder repartido entre pocos, la alineación con ciertos intereses globales por sobre los locales o regionales.
Teniendo en cuenta este eje que suele ser el central en toda contienda, debemos saber que existen también “guerras” que no involucran soldados y armamento, pero que tienen un peso igual de importante en el desarrollo de los países. Y es allí donde vale la pena hacer un análisis de la guerra comercial entre EEUU y China.
¿En qué va la guerra comercial entre China y Estados Unidos?
Si leemos un poco sobre esta pugna, que comenzó en el año 2018, hasta puede parecernos cómica la apuesta y contra-apuesta de estas potencias: parece casi como un juego de niños.
Todo comenzó cuando el 22 de marzo de 2018, el presidente de los EEUU, Donald Trump, firmó un memorando bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio sancionada en 1974, ordenando al Representante Comercial de los EEUU -United States Trade Representative, USTR- que se apliquen aranceles por 50.000 millones de dólares a los productos chinos.
Según Trump, la medida vino a contrarrestar un “historial de prácticas desleales de comercio” y el supuesto robo de propiedad intelectual por parte del país asiático. Sin lugar a dudas, esta medida dejó a la expectativa a prácticamente el mundo entero, ya que una jugada entre estas dos potencias tiene implicancias en la economía global.
La respuesta de parte de China no se hizo esperar y el 2 de abril del 2018 impuso aranceles a 128 productos estadounidenses, incluyendo aviones, autos, chatarra de aluminio, productos derivados del cerdo y la soja (que tiene un 25% de arancel), así como a frutas, frutos secos y tuberías de acero, con un 15% de impuesto.
Al día siguiente, el United States Trade Representative publicó una lista que incluyó piezas de aviones, baterías, TVs de pantalla plana, satélites y dispositivos médicos -entre otras 1300 categorías de importaciones chinas- a las que se preveía establecer aranceles por más de 50.000 millones de dólares.
Si queremos definir en pocas palabras cuál es la guerra comercial entre EEUU y China, podemos reducirlo a un “tire y afloje” de impuestos a importaciones de un país al otro, ya que China no se quedó de brazos cruzados luego de estos anuncios, imponiendo como “venganza” un 25% extra de gravamen a aviones, automóviles y soja, la principal exportación agrícola de EEUU a dicho país.
La disputa siguió escalando, con cada parte declarando cobrar más impuestos o dejar de importar determinados productos, hasta que en Mayo de 2018 China concurrió a la Organización Mundial del Comercio (OMC), luego de que EEUU impusiera aranceles a productos destinados a la construcción de paneles solares y energías renovables en general.
El problema no terminó allí, ya que el 19 de mayo Google, acatando direcciones de la administración estadounidense, anunció que dejaría de proporcionar actualizaciones de Android para los teléfonos móviles de la marca china Huawei, y que los nuevos teléfonos que salgan al mercado ya no podrán utilizar Google Play, Maps, Gmail, etc.
Este es un claro ejemplo de cómo afecta la guerra comercial entre China y Estados Unidos al resto del mundo, ya que esta medida impacta en los usuarios de Huawei a nivel global y a todo tipo de inversiones dentro de la guerra comercial por parte de terceros.
Huawei anunció que produciría sus propias actualizaciones, aunque parece una tarea casi imposible si tenemos en cuenta que deben invertir en diseñar, distribuir y mantener todo un sistema operativo nuevo. La declaración de Google fue prácticamente el quiebre de Huawei.
Las últimas noticias de la guerra comercial datan del 15 de enero de 2020, donde ambos países firmaron un acuerdo, la primera fase de otra negociación aún mayor que se dará en el futuro.
Las noticias de la guerra comercial entre EEUU y China nos hablan de pequeñas victorias para ambas naciones, pero con un acuerdo celebrado que dejó sin resolver las cuestiones que originaron el conflicto en un principio.
Estados Unidos logró “sobreponerse” a China, que aceptó invertir u$s 200.000 millones adicionales en los dos próximos años y también fortalecer las protecciones de propiedad intelectual. Además, Trump mantendrá vigentes los aranceles por u$s 300.000 millones a los bienes chinos.
Lo cierto es que tendremos más noticias de la “guerra comercial” entre China y Estados Unidos, porque muchos expertos dicen que esta podrá ser una victoria parcial de la potencia occidental por sobre la oriental, pero que podría ser beneficiosa para China a largo plazo.