Si bien el Gigante Asiático se presenta como un sólido contendiente en la guerra comercial en la teoría, la evidencia demuestra que en la práctica las cosas son muy distintas.
Por Jim Rickards, desde Darien, Connecticut
Esto es lo que hay que hacer…
La conmoción por la devaluación del yuan chino en días pasados, da pié a las siguientes preguntas: ¿Es China el gigante en ascenso del siglo XXI a punto de superar a Estados Unidos en riqueza y destreza militar? o ¿Es tan solo un castillo de naipes preparándose para implosionar?
La sabiduría convencional se guía por la primera, aunque la evidencia contundente sugiere la segunda.
Tu corresponsal en el mundialmente conocido Long Bar on the Bund en Shanghai, China.
Visité por primera vez Hong Kong y Taiwán en 1981 y mi primera visita a la China comunista fue en 1991. En los últimos veinte años, he realizado muchas visitas al Gigante Asiático y me he propuesto de ir más allá de Beijing (la capital política) y Shanghai (la capital financiera) en estos viajes. En esa línea, he visitado Chongqing, Wuhan, Xian, Nanjing, nuevas zonas con proyectos de construcción en búsqueda de “ciudades fantasmas”, así como también viajé a la región agraria.
Pasé cinco días navegando por el río Yangtze antes de que se terminara de construir la presa de las Tres Gargantas, con el propósito de poder apreciar la majestuosidad y la historia de las plantas hidroeléctricas antes de que la presa levantase el nivel del agua. También, he visitado numerosos museos, tumbas excavadas y no excavadas.
Mis viajes incluyeron reuniones con funcionarios del gobierno y del Partido Comunista y numerosas charlas y conversaciones con ciudadanos chinos, algunos de las cuales solo querían practicar su inglés con un visitante extranjero.
En resumen, mi experiencia con China va mucho más allá de los medios de comunicación y sus personalidades. En mis viajes alrededor del mundo, siempre he constatado que las visitas y conversaciones de primera mano me proporcionaran ideas que ningún experto podría aportar.
He complementado estos viajes leyendo una gran cantidad de libros de historia, de cultura y política china desde 3.000 años A.C. hasta el presente. Estos antecedentes me dan una perspectiva mucho más amplia sobre los acontecimientos actuales en China y un marco analítico más agudo para su interpretación.
Un análisis objetivo del Gigante Asiático debe comenzar por sus enormes fortalezas. China tiene la población más grande del mundo, alrededor de 1.400 millones de personas (aunque pronto será superada por la India). El país tiene el tercer territorio más grande del mundo, 9.597 millones de kilómetros cuadrados, lo que lo hace solo un poco más pequeño que Canadá (9.985 millones de kilómetros cuadrados) y Estados Unidos (9.834 millones de kilómetros cuadrados).
China también posee el quinto arsenal nuclear más grande del mundo con 280 cabezas nucleares, casi lo mismo que el Reino Unido y Francia, pero muy por detrás de Rusia (6.490) y Estados Unidos (6.450). También es el mayor productor de oro del mundo, con alrededor de 500 toneladas métricas por año.
La nación asiática tiene la segunda economía más grande del mundo con USD 15,5 billones en Producto Interno Bruto (PIB), detrás de Estados Unidos que cuenta con USD 21,4 billones, y muy por delante del tercero país en la lista, Japón, que cuenta con USD 5,4 billones. Las reservas internacionales de China (incluido el oro) son las más grandes del mundo con USD 3,2 billones (Hong Kong tiene por separado USD 425.000 millones en reservas adicionales).
En contraste, el segundo lugar en este sentido lo ocupa Japón, con apenas USD 1,3 billones en reservas. Por estas diversas métricas de población, territorio, fuerza militar y producción económica, China es claramente una superpotencia global y la presencia dominante en el este de Asia.
No obstante, estos exitosos números estadísticos esconden tanto como lo que revelan. El ingreso per cápita de China es de solo USD 11.000 por persona en comparación con el ingreso per cápita de USD 65.000 en Estados Unidos. Dicho de otra manera, Estados Unidos es solo un 38% más rico que China en términos brutos, pero es 500% más rico que China sobre una base per cápita.
El ejército de China se está volviendo más fuerte y más sofisticado, pero aún no se compara con el estadounidense. Cuando se trata de portaaviones, ojivas nucleares, submarinos, aviones de combate y bombarderos estratégicos.
Lo que es más importante aún, con un PIB per cápita de USD 11.000, China está atascada directamente en la “trampa del ingreso medio” tal como lo definen los economistas de la rama del desarrollo. El camino de bajos ingresos (alrededor de USD 5.000 per cápita) a ingresos medios (alrededor de USD 10.000 per cápita) es bastante sencillo de transitar y en su mayoría implica una reducción de la corrupción, la inversión extranjera directa y la migración desde el campo a las ciudades para obtener trabajos de estilo asambleario.
El camino de ingresos medios a ingresos altos (alrededor de USD 20.000 per cápita) es mucho más difícil e implica la creación y el despliegue de alta tecnología y la fabricación de bienes de alto valor agregado.
Entre las economías en desarrollo (excluidos los productores de petróleo), solo Taiwán, Hong Kong, Singapur y Corea del Sur han hecho esta transición exitosa desde la Segunda Guerra Mundial. Todas las demás economías en desarrollo en América Latina, África, Asia Meridional y Oriente Medio, incluidos gigantes como Brasil y Turquía, se encuentran atrapados en las filas de ingresos medios.
China sigue dependiendo de trabajos de estilo asambleario y no ha evidenciado ninguna promesa de irrumpir en las filas de altos ingresos.
En resumen, y a pesar del enorme crecimiento anual en los últimos veinte años, China sigue siendo fundamentalmente un país pobre con una capacidad limitada para mejorar el bienestar de sus ciudadanos mucho más allá de lo que ya ha logrado.
Con estos antecedentes y una avalancha de informes diarios sobre nuevos desarrollos, ¿qué esperamos para China en los próximos meses y años?
En este momento, la nación se enfrenta a presiones sociales, económicas y geopolíticas que ponen a prueba la legitimidad del liderazgo del Partido Comunista y podrían conducir a una crisis económica de primer orden en un futuro no muy lejano.
En contraste con los aspectos positivos de China enumerados anteriormente, es necesario que consideres los siguientes factores negativos:
La guerra comercial con Estados Unidos está agravándose, no lo contrario. Y esto vengo advirtiéndolo dese principios de 2018.
La reciente imposición de Trump de aranceles del 10% sobre los USD 300.000 millones restantes de importaciones chinas que hasta el momento no estaban aranceladas (además de los aranceles existentes sobre USD 200.000 millones de importaciones chinas) desacelerará aún más la economía china.
China tomó represalias con una devaluación del yuan por debajo de 7 a un dólar, un nivel que anteriormente había sido defendido por el Banco Popular de China. Recurrir a un arma de guerra monetaria para pelear una guerra comercial muestra cuanto terreno ha perdido el Gigante Asiático en la guerra comercial.
Pero, este contraataque de guerra de divisas no tendrá éxito porque incitará a más salidas de capital de China. Los chinos perdieron USD 1 billón en reservas internacionales durante la última ronda de fuga de capitales (2014-2016) y perderán más ahora, a pesar de los controles de capital más estrictos. El aumento del Bitcoin a USD 11.000 después de la devaluación de China es un síntoma de que los ciudadanos del país usan esta divisa virtual para evitar los controles de capital y sacar su dinero de China.
Los disturbios en Hong Kong son otro síntoma del debilitamiento del Partido Comunista Chino en la sociedad civil. Los disturbios se han extendido desde manifestaciones callejeras hasta una huelga general y el cierre del sistema de transporte, incluidas las cancelaciones de cientos de vuelos.
Este malestar social crecerá hasta que China se vea obligada a invadir Hong Kong con 30.000 tropas del Ejército de Liberación Popular, ahora concentradas en la frontera. Este será el último clavo en el ataúd de la visión académica de China como un buen ciudadano global. Esa opinión siempre fue falsa, pero ahora incluso los académicos están comenzando a comprender lo que realmente está sucediendo.
Los negocios internacionales se están moviendo rápidamente para convulsionar las cadenas de suministro de China a Vietnam y a otras partes del sur de Asia. Una vez que esas cadenas de suministro se muevan, no volverán a China por al menos diez años, si es que alguna vez lo hacen. Estas son pérdidas permanentes para la economía china.
Por supuesto, detrás de todo esto se esconde la próxima crisis de deuda en el país. Alrededor del 25% del crecimiento reportado por China en los últimos diez años proviene de una inversión en infraestructura desperdiciada (piensa en las “ciudades fantasmas”) financiada con deuda impagable. La economía de China es un esquema Ponzi como el Plan Madoff y esa pirámide de la deuda está a punto de colapsar.
Esta cascada de noticias negativas está afectando a las acciones chinas. Esta debilidad comenzó a fines de junio de 2019 con la reunión cumbre entre los mandatarios, Donald Trump y Xi Jinping, en la reunión de líderes del G20 en Osaka, Japón. Para entonces, no se logró un progreso sustancial en las disputas comerciales.
Desde ese momento, la guerra comercial ha ido de mal en peor y la economía china ha sufrido las consecuencias.
De acuerdo con mis proyecciones, no veo ninguna resolución de la guerra comercial próximamente y los problemas de la misma abarcan una lista más amplia de asuntos relacionados con la política militar y de seguridad nacional.
La nueva “Guerra Fría” está frente a tus ojos. Acostúmbrate a ella.
Saludos,
Jim Rickards