Más helio para levantar a los mercados… ha llegado el momento de las fusiones y adquisiciones de los grandes bancos e instituciones financieras. Y todo el mundo puede sacar una tajada.
Hacia finales de los años 90 se desató el “Salvaje Oeste” en Wall Street. Era un mundo de los banqueros. Se hacían tratos a diestra y siniestra y las cuentas bancarias de la élite estaban llenas hasta el tope. Lo que los “insiders” sabían era que las jugadas escondidas estaban allí para hacerse –en abundancia- si sabías dónde mirar.
Lo sé, porque yo era una de ellos.
Esto ocurrió después de 1999, cuando la administración del en ese entonces mandatario estadounidense, Bill Clinton, derogó las medidas que fueron implementadas en la era de la Gran Depresión a través de la Ley de Bancos de Estados Unidos (Glass-Steagall) de 1933. La Ley Glass-Steagall separó a los bancos en dos categorías: bancos de inversión enfocados en actividades riesgosas, y bancos comerciales, que otorgaban préstamos y manejaban los depósitos de la gente.
Mientras existió la ley, no fue necesario el rescate de los grandes bancos por que estos no utilizaban el dinero de sus clientes como garantía.
Una vez derogada la ley, se envió la señal a los bancos comerciales y a los bancos de inversión de que podían fusionarse libremente en uno gigante o “Supermarket Banks”, como fueron nombrados. Lo que hizo la ley fue colocar a todos los bancos bajo un mismo techo. En idioma bancario, una “Bank Holding Company”.
En ese momento yo era una directora ejecutiva en Goldman Sachs. Cuando todo esto se estaba extendiendo en Washington, en Wall Street jugábamos al “Adivina la Fusión”.
NationBank y BankAmerica se fusionaron para formar Bank of America. Wells Fargo se combinó con Norwest, y J.P Morgan y Chase se acoplaron para convertirse eventualmente en el banco más grande de Estados Unidos medido en activos.
“Adivina la fusión” en Goldman Sachs era el juego de imaginar varias combinaciones de fusiones de bancos y apostar al ganador, como en un programa de concursos.
También fue nuestra manera de ver cuál de nuestros competidores podría fusionarse para poder comparar qué es lo que significaría para nuestra participación de mercado en diversos sectores.
Dicho esto, no queríamos lidiar con tener que pasar por un proceso de fusiones y adquisiciones con un gran banco comercial. La idea era que éramos mejores y más flexibles operando solos, sin tener que considerar la combinación de fuerzas con un banco que tenía cuentas corrientes o de ahorro de la gente común. Si estás pensando que eso es un punto de vista muy elitista, tienes razón.
En ese momento, había una oleada de diferentes bancos a punto de fusionarse. A menudo, lo hacían para obtener algo llamado “economías de escala“, que es lo que las empresas obtienen cuando se fusionan con otras para ganar participación de mercado rápidamente. También era una forma rápida para aumentar el valor sin crecer orgánicamente. El proceso eneralmente también incluía despedir empleados y reducir costos.
Desde ese momento y hasta la crisis financiera de 2007–08, muchos bancos se fusionaron para ganar más participación en el mercado. Pero desde entonces, el número de fusiones y adquisiciones en el mundo bancario y financiero fue relativamente bajo.
Hasta ahora…
Recientemente, ha habido un aumento en el ritmo de las aprobaciones de fusiones bancarias, que son las precursoras del cierre de acuerdos de fusión.
Las aprobaciones han venido sucediéndose a un ritmo más acelerado bajo la administración de Donald Trump del que incluso tenía antes de la crisis financiera. Esto se debe a que los reguladores federales han estado “distendiendo” algunas de las políticas que se implementaron después de la crisis y que habían frenado los procesos de fusión.
Si bien la cantidad de fusiones bancarias concretadas luego de la aprobación regulatoria no se ha incrementado dramáticamente desde que el presidente Trump asumió el cargo, la verdad es que lleva tiempo a que una política regulatoria se traduzca en acción. Son muchos los que en Wall Street esperan que en los próximos meses esto pueda cambiar.
El motivo por lo cual esto es importante ahora, es que algunas compañías todavía están llenas de dinero extra a partir de los recortes de impuestos corporativos del año pasado. Además, las políticas de dinero barato y flexibilización cuantitativa (QE) de la Reserva Federal que se implementaron después de la crisis financiera han dejado al mercado listo para la acción.
Las compañías han venido obteniendo permisos para ejecutar una cantidad récord de recompra de acciones con ese dinero, que sirve para aumentar el valor de sus acciones. Las fusiones y adquisiciones son la siguiente forma lógica para que estas firmas puedan “cobrar”. Están utilizando esta “puerta trasera” para impulsar los precios de las acciones, por lo que esencialmente podrían usarlas como moneda para hacerse de sus objetivos de adquisición favoritos.
También significará que los grandes asesores de fusiones bancarias, como Goldman Sachs y JP Morgan Chase, actuarán como tiburones dando vueltas en el agua, buscando nuevas parejas y convenciéndolos a que se sumen.
¿Por qué? Porque pueden ganar mucho dinero en el proceso. Lo consiguen asesorando a los bancos a través de los procesos de fusión. Las comisiones multimillonarias se destinarán a los bancos que gestionen el acuerdo.
A menudo, después de grandes alzas en el mercado y de ciclos de recompra de acciones, vemos una gran cantidad de fusiones y adquisiciones a medida que las empresas buscan crecer rápidamente en lugar de orgánicamente con el capital disponible que aún les queda. Hoy en día, también han acumulado ese capital gracias a las políticas amigables de la Reserva Federal.
La Reserva Federal ahora está lista para pausar las alzas de las tasas. Esto significa que las empresas no tienen que preocuparse por el aumento en el costo del dinero, justo mientras están considerando fusiones. Eso hace que su decisión sea más fácil.
Ahora, las fusiones y adquisiciones pueden tener sentido en muchos casos. Pero también concentra riesgos.
Todo termina tratándose del “dinero oscuro”.
Como lo he explicado muchas veces, el dinero oscuro es la principal fuerza secreta que da vida a los actuales mercados financieros “arreglados”. Mueve mercados enteros hacia arriba y hacia abajo y es la razón de las burbujas financieras en la actualidad.
En Wall Street, el conocimiento y el acceso al dinero oscuro significan billones de dólares por año que fluyen en y alrededor de los mercados mundiales de acciones, bonos y derivados.
Para invertir de manera rentable en los mercados financieros, debe comprender las relaciones de poder ocultas que impulsan los eventos políticos y financieros. Las ideologías y las asociaciones personales entre las élites son ajenas a las líneas de los partidos políticos y las fronteras internacionales. Así es el dinero oscuro.
No hace falta decir que eso no es economía de libre mercado.
Mi investigación para mi libro “Colusión: Cómo los banqueros centrales amañaron el mundo” revela cómo los banqueros centrales y las grandes instituciones financieras han trabajado juntos para manipular los mercados globales durante la última década.
No han tenido que explicar al público a dónde iban esos fondos o por qué. En cambio, sus políticas han inflado burbujas de activos al tiempo que miman a los bancos privados y corporaciones con el pretexto de ayudar a la economía real.
Las políticas del banco central de tasa de interés bajas y de compra de bonos han sido parte de un esfuerzo coordinado que se ha transformado en una inestabilidad financiera potencial en los países más grandes y en los bancos privados.
A su vez, ha creado burbujas de activos que podrían estallar en una crisis aún mayor la próxima vez.
Así que hoy estamos cerca –lo que no sabemos es cuán cerca- del borde de un peligroso precipicio financiero. Los riesgos generados por las instituciones más grandes aún existen, solo que ahora son incluso más grandes que en 2007–08 y operan en una arena de aún más deuda.
Cuando la bomba de la deuda finalmente detone, el resto de nosotros sufrirá. Debido a la colusión que continúa y continúa entre los principales bancos centrales del mundo, ese problema es ahora internacional.
Saludos,
Nomi Prins
Nomi Prins es una autora, periodista y conferencista. Es editora de Nomi Prins’ Dark Money Millionaire para Agora Financial en Estados Unidos y colaboradora de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones en el mundo de habla hispana. Trabajó como directora administrativa en Goldman-Sachs y Directora de Administración Senior en Bear Stearns, además de ser estratega senior en Lehman Brothers y analista en Chase Manhattan Bank.