Este año las recompras nuevamente podrían ser una fuerza muy poderosa para empujar el mercado al alza. Al menos por un tiempo…
Por Nomi Prins
Para empezar, hasta el mes de septiembre las compañías involucradas habían estado reinvirtiendo en sus papeles a un ritmo acelerado. Esa también fue una de las principales causas del máximo alcanzado por el mercado ese entonces, cuando el S&P 500 superó los 2.800 puntos.
En segundo lugar, al principio, las compañías estadounidenses se sentían lo suficientemente seguras como para continuar con sus planes de recompras –aun y con los temores e incertidumbre de la guerra comercial. Fue precisamente por esto que varias firmas simplemente ignoraron las señales de advertencia de los primeros tres trimestres de 2018.
Sin embargo, llegado el último trimestre del año, el sentimiento de mercado dio un giro de 180 grados, dando fin al 2018 con lo que esencialmente fue un mercado bajista. A partir de ahí, los datos de otras partes del mundo comenzaron a apuntar a una desaceleración en el crecimiento económico de la economía global.
Uno de los factores claves a los que se le atribuye esta desaceleración fue el impacto de las guerras comerciales de largo plazo. Éstas podrían pisar los frenos de la actividad económica real y generar más incertidumbre en el mercado. Consecuentemente, la creciente volatilidad evitaría que las empresas pusieran en práctica planes de crecimiento o que usaran ese capital originalmente reservado para las recompras.
Una tercera razón para la caída en estos planes de reinversión a fines del año pasado fue la cifra récord de deuda pública corporativa y de los consumidores que tuvo que pagarse durante ese periodo (ya sea total o parcialmente).
Este exceso de deuda marchitó las expectativas de crecimiento, y si la Reserva Federal hubiera continuado subiendo las tasas de interés, como tenía previsto para diciembre y todo 2019, esas obligaciones de pagos estarían siendo aún más costosas para los deudores.
Algunos analistas incluso advirtieron que la Fed hasta podría incrementar las tasas cuatro veces este año. Debido a esto, Wall Street comenzó a preocuparse de que sus juegos bursátiles realmente hayan llegado a su fin.
El motivo de estas preocupaciones es simple: mientras más altas sean las tasas de interés, más costoso es endeudarse y pagar la deuda existente, tanto para personas como para empresas. Para las corporaciones más apalancadas y los mercados emergentes, esto representa una amenaza aún más seria. Un dólar más alto como resultado de mayor endurecimiento de parte de la Reserva Federal resultaría en una depreciación importante de otras divisas con respecto a la moneda estadounidense.
Esto haría más difícil saldar la deuda emitida en dólares. Dos casos graves de esta dinámica que vimos el año pasado fueron los problemas de Turquía y Argentina: devaluación, recesión y necesidad de acudir a ayudas de emergencia para financiar a sus bancos centrales y al Tesoro.
Por último, la tensión creció en los mercados financieros, debido a la incertidumbre política. Con los resultados de las elecciones de medio término en los Estados Unidos garantizando más conflicto entre el Congreso (debido a la nueva mayoría demócrata en la Cámara de Representantes) y la Casa Blanca, la desconfianza en el gobierno estadounidense se disparó.
Y siendo sincera, esas dudas estaban bien justificadas. El cierre del gobierno que comenzó este 2019 tuvo mucha injerencia en los cambios del equilibrio político en Washington. Fue precisamente por esto que después de reunirme con líderes del Congreso, senadores, funcionarios de la Reserva Federal y la SEC a fines del año pasado, rápidamente alerté a mis lectores de lo que estaba pasando. Me percaté de que el cambiante clima político y económico se traduciría en inestabilidad a futuro.
Sumando a esto, las tensiones geopolíticas globales crecieron a fines de 2018. Entre los asuntos que se vieron involucrados en todo esto encontramos al Brexit en el Reino Unido, las manifestaciones y revueltas en Francia, los posibles temores de recesión en Italia y el creciente malestar en América Latina.
Todos estos factores desembocaron en un mercado extremadamente volátil en el último trimestre de 2018, lo que explica por qué para los mercados, estos fueron los peores tres últimos meses desde la Gran Depresión. Simplemente no era el momento de llevar adelante recompras. Se supone que éstas mandan al alza el precio de las acciones. Sin embargo, los fuertes vientos en contra de la Bolsa podrían haber contrarrestado en gran medida sus efectos.
Para las empresas que se enfrentaron a un entorno tan negativo, lo único prudente fue esperar a que la tormenta se calmara en 2019.
Sin embargo, Jerome Powell no tardó en ceder ante Wall Street, adoptando una postura mucho más moderada tanto en las alzas de las tasas como en las reducciones de sus balances. Eso significa que, una vez más, las condiciones son perfectas para efectuar recompras.
En diciembre, algunos de los principales jugadores del mercado anunciaron sus planes de reinversión bursátil para 2019. Entre éstos encontramos a Boeing, que anunció un programa de recompra por US$ 18.000 millones. Asimismo, está el coloso de las redes sociales: Facebook. La compañía de Mark Zuckerberg planea invertir US$ 9.000 millones en sus propias acciones, lo que se le suma a su programa de recompras de US$ 15.000 millones que comenzó en 2017.
En esta ola de recompras encontramos también a Johnson & Johnson, que anunció que invertiría unos US$ 5.000 millones en uno de estos programas. Otros nombres de interés son Lowe’s y Pfizer, que reportaron planes para reinvertir en sus propios papeles unos US$ 10.000 millones.
Bajo las condiciones actuales, es mucho más probable que estos planes se mantengan.
Por otro lado, varias empresas importantes –como Microsoft, Procter & Gamble, Home Depot y Wal-Mart– ni siquiera anunciaron recompras en 2018.
Es totalmente posible que este 2019 nos den noticias de que se unirán a esta tendencia corporativa. Las compañías que anunciaron recompras importantes el año pasado, como Apple, también podrían estar interesadas en sumar a estos programas, lo que añadiría otros US$100.000 millones en recompras de acciones este año para igualar lo visto en 2018.
Otra señal que apunta a una gran ola de reinversión bursátil este 2019 es que los precios de las acciones ahora están más bajos que los vistos en los últimos días del tercer trimestre de 2018. Eso significa que las compañías ahora pueden recomprar sus acciones a precios más bajos. En otras palabras, podrían efectuar estos programas a precios de descuento, o al menos deberían esperar precios bajos.
La firma de Wall Street para la que solía trabajar, Goldman Sachs, ha pronosticado recompras por un valor de US$ 940.000 millones para este 2019. Anteriormente, habían predicho más de un billón de dólares en recompras para 2018. Y aun así, las cifras finales para estos programas de reinversión en 2018 superaron sus pronósticos.
Hasta ahora, de las compañías del S&P 500 que ya reportaron sus ganancias del cuarto trimestre, casi el 70% de ellas superaron las expectativas de Wall Street. Estas son condiciones favorables para las recompras.
Sin embargo, puede que aún falte algo de tiempo para que las firmas comiencen a ejecutar sus reinversiones de este año. Esto se debe a que, en este momento, seguimos en el período de “bloqueo” de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) de los Estados Unidos.
Este período incluye el momento inmediatamente antes e inmediatamente después de que se publiquen los balances corporativos. El enorme sell-off del pasado octubre coincidió con el “período de bloqueo” de la temporada de balances del tercer trimestre, donde la mezcla de condiciones financieras poco favorables y menos recompras contribuyeron con la baja del mercado.
Pero una vez que la temporada de ganancias termine y el actual período de bloqueo sea cosa del pasado, Wall Street estará libre para recomprar muchísimas acciones para sus principales clientes corporativos.
Si la Reserva Federal realmente mantiene su tasa de interés actual y sus planes de ajuste cuantitativo –lo que parece altamente probable– el dinero de la Fed continuará impulsando los mercados.
Pero claro… las recompras no vienen sin implicancias negativas. Las empresas ya no están utilizando su capital para crecer o para pagarles más a sus trabajadores, lo que de otro modo generaría más poder adquisitivo en la economía. Pero bueno, al menos al corto plazo, estos programas tienden a elevar el precio del mercado accionario.
Incluso si Wall Street se enfrenta a los vientos en contra que representan la volatilidad, la desaceleración en el crecimiento económico, las luchas políticas y las guerras comerciales, de momento al menos pueden esperar respaldo de parte de la Fed y otros bancos centrales.
Por lo tanto, este año las recompras nuevamente podrían ser una fuerza muy poderosa. No hay duda de que mantendrían al mercado en marcha, al menos por un tiempo.
Saludos,
Nomi Prins
Nomi Prins es una autora, periodista y conferencista. Es editora de Nomi Prins’ Dark Money Millionaire para Agora Financial en Estados Unidos y colaboradora de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones en el mundo de habla hispana. Trabajó como directora administrativa en Goldman-Sachs y Directora de Administración Senior en Bear Stearns, además de ser estratega senior en Lehman Brothers y analista en Chase Manhattan Bank.