Insisto en que te asegures de tener tu distribución al oro preparada ahora mismo, para que tengas acceso a las mejores ganancias una vez que el estancamiento se convierta en un huracán. Una distribución relativamente pequeña –de por ejemplo un 10% de tus activos– te dará un amplio margen de ganancia una vez que el oro despegue.
Por Jim Rickards
Basta de esperas, ya estamos en el nuevo año.
Y quiero comenzarlo de la mejor manera, reflexionando sobre mi forma favorita de dinero: el oro.
De todos los mercados de oro vistos desde 1999, probablemente el de 2018 fue el menos interesante. Las fluctuaciones del precio fueron como un velero en altamar sin motor ni viento: simplemente estuvieron ahí.
Sí, puedes decirlo: hemos estado estancados. Y eso no solo no es rentable, sino que es sumamente aburrido.
Ahora bien, ¿habrá alguna buena noticia sobre los precios del oro?
Respuesta: un rotundo sí.
Y eso se debe a dos razones.
Para empezar, estos períodos de estancamiento nunca duran. Tarde o temprano, el viento se levanta y el barco vuelve a estar en marcha. En casos extremos, el viento puede convertirse en un huracán. El ejemplo perfecto es 1999.
El oro alcanzó un mínimo de 30 años (de US$ 253 por onza) el 16 de julio de 1999, después de un largo período en el que los precios disminuyeron lenta y firmemente. A partir de ahí, comenzó uno de los mayores rallies de oro en la historia, en el que el metal alcanzó un máximo de más de US$ 1.900 por onza el 1 de septiembre de 2011. Los inversores que compraron cuando el oro era aburrido y poco popular terminaron haciendo fortunas:
Como sabemos, las crisis pueden convertirse en huracanes prácticamente de la noche a la mañana. Los precios del oro pasaron de ser aburridos en 1999 a candentes en 2000, mientras que la mayoría de los inversores no prestaron atención.
Por lo tanto, es ahora cuando debes prepararte para el próximo huracán dorado.
Hubo muchas razones que explicaron el alza del oro que comenzó en 1999. Estados Unidos atravesaba una recesión, la burbuja punto-com había reventado, los atentados a las Torres Gemelas, la guerra global contra el terrorismo, la guerra de Irak y el surgimiento de Rusia y China como los compradores de oro constantes más importantes del mundo.
Ninguno de estos eventos hubiese sido fácil de prever en 1999. Y aun así, todos sucedieron en cuestión de unos pocos años. El estancamiento actual en los precios del oro debe verse como una oportunidad de compra, no una razón para preocuparse. En unos pocos años, recordaremos los US$1-200 de hoy en día como el último precio de entrada decente para el metal.
El segundo punto a considerar es el hecho de que el oro se haya mantenido tan firme a pesar de los fuertes vientos en contra. La Reserva Federal le ha dado a los mercados una doble dosis de endurecimiento monetario por medio de aumentos en las tasas de interés (comenzando en diciembre de 2015) y disminución de la oferta monetaria (desde noviembre de 2017). Y es poco posible que eso cambie en el futuro cercano, tal y como indicó el propio Presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, el pasado 19 de diciembre.
Ya que la política monetaria surte efecto con cierto retraso, recién ahora es que estas medidas contractivas en la oferta monetaria están afectando a la Bolsa. Las tasas de interés más altas hacen que el oro sea menos atractivo, porque no tiene rendimiento.
El hecho de que el oro se haya mantenido desde diciembre de 2015, incluso a pesar del ajuste monetario, es un buen augurio de la oferta y la demanda subyacente en el mercado de metal físico. Rusia y China están fijando un piso a los precios, incluso cuando las firmas de minería están teniendo problemas para ampliar su producción y descubrir nuevos yacimientos.
Los fondos de cobertura pueden manipular los futuros del oro tanto como quieran. Al final del día, quien determina el precio del metal dorado son la oferta y la demanda. Si el oro logra pequeñas ganancias en un contexto de endurecimiento monetario, terminará produciendo ganancias mucho mayores si al final el día Estados Unidos y la economía global se desaceleran y la Fed tiene que revertir los aumentos de las tasas para evitar una nueva crisis.
Ahora bien, ¿cuáles son algunas de las condiciones económicas y políticas que podrían causar una recesión o incluso una nueva crisis financiera?
Es imposible predecir con exactitud cuándo ocurrirá un evento desencadenante. Sin embargo, estamos rodeados de señales que apuntan a un desenlace así. Y para ver algunos ejemplos no hace falta ir más lejos que la Bolsa actual. Pero que quede claro: esto va mucho más allá de la Bolsa.
Venezuela es una tragedia económica y humanitaria. Turquía, Argentina e Indonesia –algunas de las principales economías de los mercados emergentes– están en plena crisis. India, Malasia, Brasil y México se enfrentan a desafíos importantes.
El crecimiento de China está bajando las revoluciones, y su deuda no es sostenible. La guerra comercial entre la primera y la segunda economía del mundo ya está pasando factura a la situación global –y de aquí en más solo empeorará. Luego tenemos los puntos de contención geopolíticos, como el Mar del Sur de China, Corea del Norte, Siria, Irán, Ucrania, Taiwán y otros –los cuales podrían dar pie a guerras reales en poco tiempo.
Así que bien, las condiciones están dadas. La demanda por oro físico es fuerte. La producción de las minas va en descenso. Lo cierto, es que un evento catalítico es solo cuestión de tiempo. Podría ser algo de lo que ya mencioné o algo más probable que todavía no esté en el radar de nadie. Sea lo que sea, algo se aproxima.
Los inversores que crean que pueden saltar a un tren en movimiento una vez que comience el rally del oro descubrirán que ya es demasiado tarde. Los mercados pueden pasar de volatilidad cero a muchísima volatilidad de la noche a la mañana. Y en un alza sustancial las ganancias más grandes generalmente se dan al comienzo.
Por eso insisto en que te asegures de tener tu distribución al oro preparada ahora mismo, para que tengas acceso a las mejores ganancias una vez que el estancamiento se convierta en un huracán.
No hay necesidad de que los inversores adopten un enfoque de “todo o nada”. Una distribución relativamente pequeña de oro en tu portafolio –de por ejemplo un 10% de tus activos de inversión– te dará un amplio margen de ganancia una vez que el oro despegue como lo hizo en 1999.
Esta es la mejor póliza que el dinero puede comprar.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones.