La Fed no sólo está imprimiendo más dinero, sino que lo está quemando. Y el oro será el gran activo que capitalice esta locura.
Por Jim Rickards
Los inversores de oro físico y de mineras del metal festejaron cuando el pasado octubre el oro rompió por encima de su estrecho margen de trading y escaló hasta los US$1.235 por onza. En los últimos días el metal ha caído un poco, pero anticipo que esto no es más que algo temporal.
El rango de trading anterior de US$1.185-1.215 por onza, que se mantuvo desde julio hasta octubre, fue el período de más largo de baja volatilidad en este activo desde diciembre de 2015.
Predije que el oro podría tener un breakout al alza, tal y como ocurrió durante el episodio de 2015. Y resulta que fue exactamente eso lo que pasó. Ahora tenemos un nivel base más alto en lo que refiere a las ganancias de los meses que vienen.
Pero lo que resulta especialmente interesante de este breakout es el hecho de que se dio bajo las condiciones más adversas posibles:
• Las tasas de interés reales (es decir, las nominales menos inflación) han estado yendo al alza sustancialmente.
• Las compras netas de activos de los cuatro bancos centrales más importantes (la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra) cayeron sustancialmente en 2018. Ahora, esta cifra está encaminada hacia territorios negativos de cara a 2019.
Como podemos ver en este gráfico, los balances de la Fed se han contraído en unos US$ 300.000 millones en el último año.
Después de seis años de flexibilización cuantitativa (desde el 2008 hasta 2014), la Fed hizo un cambio hacia el endurecimiento en 2017. El resultado es que la base monetaria está siendo reducida a un ritmo nunca antes visto.
No sólo la Fed no está imprimiendo más dinero, sino que al contrario: lo está quemando.
Esa normalización de balances llega encima del ciclo de incrementos a las tasas, que comenzó con el “despegue” de parte de Janet Yellen en diciembre de 2015. En los últimos tres años, el target de la Fed con respecto a la tasa de sus fondos ha pasado del 0% al 2,25%. Para finales de 2019, esa cifra podría estar en alrededor de 3,25%.
Se estima que el efecto conjunto del endurecimiento y el ciclo de incrementos en las tasas de interés equivalga a aumentos del 2% anual en las tasas. Y en vista de que hay muy poca inflación a la vista, la mayor parte de esos incrementos en las tasas son reales, no nominales.
En ese sentido, estamos presenciando el ciclo de endurecimiento en los tipos más rápido del último cuarto de siglo.
El impacto de las tasas en el oro
Ahora bien, ¿por qué todo esto es importante para el oro?
Tanto el oro como los bonos del Tesoro se consideran activos de refugios en tiempos de dificultades políticas o económicas, y en Estados Unidos tanto los depósitos bancarios como los rendimientos de esas notas del Tesoro compiten con el metal por los dólares de los inversores.
En el mundo el oro tiene además competidores en otros activos. Pero el principio es el mismo.
Ahora, ¿qué nos dice el conocimiento popular? Tanto notas como depósitos tienen cierto rendimiento, mientras que el oro no. Por lo tanto, una vez que las tasas de interés reales van a alza, el oro se vuelve menos atractivo, razón por la cual el dinero fluye hacia las notas del Tesoro.
Sin embargo, esta vez la cosa es diferente.
Sí, las tasas están yendo al alza, y las condiciones monetarias se están endureciendo. Sin embargo, al oro le está yendo bien. Esto significa que hay un soporte fundamental para el metal, aun si hay obstáculos monetarios haciéndole las cosas difíciles.
Las fuentes de este soporte en realidad no son difíciles de detectar. Las compras de los rusos y los chinos siguen adelante, pero ahora hay que sumar a la ecuación a países como Turquía, Irán, Polonia, Hungría y otros. Al mismo tiempo, los bancos centrales más importantes de occidente dejaron de vender oro en 2010.
Y la producción minera está estancada, nunca superando las 2.000 toneladas anuales…
Pareciera que la cúspide de la producción de oro finalmente llegó. No existen yacimientos de oro importantes para descubrir. No hay tecnologías nuevas que puedan extraer el metal de lugares previamente inaccesibles.
Esto no significa que la producción del metal vaya a detenerse en seco de aquí en más –solo que la oferta no incrementará y, por el contrario, comenzará a menguar.
Claro, el oro existe en cantidades diminutas en muchísimos lugares, desde el agua de mar hasta los asteroides. Pero los costos de recuperación para esas fuentes son colosales, por lo que no tienen ningún sentido comercialmente hablando. En lo que refiere a este metal, lo que ves es lo que hay.
Cuando combinas esto con la creciente demanda y la oferta estancada, el único resultado es precios más altos, aun con las tasas de interés más altas. Por lo menos eso es seguro.
Lo que resulta interesante es lo que le pasaría a los precios del oro si los bancos centrales dan un giro al endurecimiento. En este momento, no tienen planes de llevar a cabo tal cambio. La Fed está totalmente comprometida con su camino de aumentos anuales del 1% en las tasas de interés y la reducción de sus balances.
El Banco Central Europeo anunció que tiene planes de detener el QE más adelante en el año y, eventualmente, incrementar las tasas más adelante a lo largo de 2019. El Banco de Japón y el Banco de Inglaterra también han indicado que quieren incrementar las tasas, pero podrían esperar un poco antes de hacerlo. Así que los bancos centrales más importantes del Occidente o están ya en un proceso de endurecimiento, o se están preparando para uno.
¿Y que hay de la flexibilización?
Llegará en 2019, una vez que los pronósticos de crecimiento de los bancos centrales terminen cayendo a la realidad. Lo cierto es que el mundo está ralentizando su crecimiento. Incluso Estados Unidos sintió cómo su expansión económica cayó del 4,2% en el segundo trimestre, pasando por el 3,5% en el tercer trimestre y, finalmente, una proyección del 2,9% para el último trimestre (según la Fed de Atlanta).
Esos números superan a los de otras naciones, pero aun así la tendencia es negativa. Esto parece consistente con la idea de que los recortes impositivos de Trump le dieron a la economía un impulso, pero este impulso fue único y en ese sentido es posible que volvamos al pobre crecimiento visto durante la presidencia de Obama (un 2,2% anual en promedio entre 2009 y 2016). El endurecimiento de la Fed no está ayudando en lo más mínimo al argumento en pos del crecimiento de Trump.
Es importante tener en cuenta que la Fed tiene la peor tasa de aciertos en sus pronósticos de cualquier agencia gubernamental o financiera importante. Si la Fed está subiendo las tasas debido a fuertes expectativas de crecimiento e inflación incipiente, y pensamos que en realidad no habrá ni crecimiento ni inflación, entonces el endurecimiento será otra política fallida del banco central estadounidense.
El resultado de todo esto puede ser una recesión en 2019. Una vez que se dé ese escenario, la Fed rápidamente dará un cambio hacia una “pausa” en los aumentos de la tasas. Después de eso viene el alto a la contracción de los balances y, por último, recortes en los tipos.
Es decir una nueva relajación.
Si el oro ha tenido un buen rendimiento frente al endurecimiento de la Fed, este escenario dará pie a aumentos todavía más grandes una vez que el banco central haga el cambio hacia la relajación. El metal superará los US$1.300 por onza y se acercará hasta los US$1.400 por onza a medida que la Fed aplique flexibilización para afrontar el bajo crecimiento.
En retrospectiva, el precio de hoy de US$1.205 la onza parecerá una súper ganga.
Saludos,
Jim Rickards
Jim Rickards es editor de Inteligencia Estratégica para Agora Publicaciones.