Los movimientos en la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos es algo que vale la pena tener muy en cuenta para los meses que vienen, ya que podría tener implicaciones importantes para casi todas las inversiones de tu portafolio hacia el largo plazo. Si no quieres que te atrape desprevenido, debes prestar atención.
Por Nicolás M. Arieu
En términos generales, una curva de rendimientos lo que hace es comparar las diferentes tasas de interés de los bonos que se compran y venden en el mercado.
Sin embargo, a lo que la mayoría se refiere cuando usa el término es a las tasas de interés que ofrece el Tesoro estadounidense a diferentes vencimientos en el futuro. Para que te des una idea de cómo funciona todo esto, imagina una línea de tiempo con notas de muy corto plazo de un lado y bonos a 30 años en el otro. Entre las dos están todos los otros vencimientos de deuda posibles.
Como imaginarás, la forma estándar de la curva tiene tasas más altas a medida que se avanza en el gráfico. Después de todo, mientras mayor sea el tiempo por el que un inversor mantiene ocupado su dinero, mayor es el riesgo al que se somete, y el costo de oportunidad de no probar otras alternativas. Por eso mismo, mientras mayor sea ese tiempo, mayor debe ser la compensación que reciba por prestar ese dinero.
Aquí tienes un patrón bastante estándar de hace cinco años, del verano del 2013:
Como notarás, los inversores casi no recibían casi nada por mantener notas de corto plazo, mientras que a medida que avanzaban en la curva, su rendimiento crecía sustancialmente.
Económicamente hablando, esta es una buena señal –es la forma del mercado de decir “todo parece estar en orden. Esperamos un crecimiento económico decente, tasas de interés estables e inflación moderada”.
Entonces, históricamente, la diferencia estándar entre una nota a tres meses y un bono del Tesoro a 20 años no ha sido más que un par de puntos porcentuales. Así que la curva que ves arriba en realidad está un poco más empinada de lo normal –con los títulos a 20 años ofreciendo 50% más de diferencial de lo que tienden a ofrecer de forma histórica.
Pero la idea básica es que el mercado de bonos vio que las cosas estrían bien en el futuro, y en efecto así fue.
Ahora veamos qué pasa con esta curva cuando las cosas no están tan bien.
Por ejemplo, en el año 2008:
Como notarás, la forma de la curva es mucho más ancha.
Ese año los inversores que colocaron su dinero en algún título de solo un mes de duración recibían un rendimiento anual de 3,31%, mientras que aquellos que lo hacían por 30 AÑOS solo gozaban de un rendimiento del 4,35%.
Por inmovilizar tu dinero por tres décadas más que esos títulos cortos, ¡lo único que recibías era un mísero punto porcentual de diferencia!
Ese comportamiento extraño era causado nada más que por la incertidumbre del mercado, lo que tiene todo el sentido del mundo considerando lo que ocurría durante la crisis financiera de ese año.
¿Ahora, por qué te cuento todo esto?
Porque ahora mismo estamos viendo una curva en proceso de aplanamiento.
Si vemos los números actuales, descubrimos que un título de tres meses ofrece un rendimiento del 2,23%…
Una nota de 3 años ofrece un 2,90%…
Una nota de 10 años ofrece un 3,09%…
Una nota de 20 años ofrece un 3,18%…
Y dedicar tu dinero por 3 décadas enteras solo te daría un rendimiento del 3,24%.
Si nos ponemos quisquillosos, alguien podría decir que estamos ante una alerta de “territorio peligroso”.
Porque si las tasas de corto plazo terminan escalando por encima de las del largo plazo, estaríamos en una situación que, en los últimos casi 60 años, siete de siete veces ha resultado en una recesión.
La última vez que ocurrió fue en noviembre de 2006. Mira cómo se veía la curva en ese entonces:
En ese momento los inversores en realidad tenían tasas de interés MÁS ALTAS comprando bonos de corto plazo.
Esto se conoce como una “curva invertida de rendimientos”, y es una señal de que el mercado espera turbulencias en el futuro. Uno de los problemas de esto es que es varios sentidos se termina convirtiendo en una especie de profecía autocumplida.
¿Por qué? Tomémonos un momento y pensemos en cómo funciona el sistema financiero estadounidense.
Las cosas funcionan así: los bancos y otros prestatarios piden préstamos a plazos cortos, y luego prestan ese dinero a tasas más altas, quedándose ellos con la diferencia.
El negocio de los bancos, ya se sabe.
Ahora el problema es si de pronto todos hicieran dinero solo manteniendo su dinero en vez de prestarlo. ¡Entonces el motor financiero comenzaría a fallar!
Claro que esta es una explicación sumamente simplificada.
Y por supuesto, algo que vale la pena aclarar: una curva inversa no significa que el mercado se vaya a venir abajo mañana mismo. La historia nos muestra que a la Bolsa en realidad le puede ir bien por hasta 18 meses después de que se una curva de rendimientos invertida como ésta comience a aparecer.
De todos modos es algo que vale la pena tener muy en cuenta en los meses que vienen, ya que podría tener implicaciones importantes para casi todas las inversiones de tu portafolio hacia el largo plazo. Si no quieres que te atrape desprevenido, debes prestar atención.
Cómo armar una cartera para tiempos difíciles
Yo personalmente soy un tipo optimista, pero como inversor no puedo dejar que el optimismo me tape la realidad.
Y los análisis más “pesimistas” como éste son una de las razones por las que siempre recomiendo mantener un portafolio diversificado.
Es importante que ninguna posición individual represente una porción demasiado grande de tu capital de inversión.
En lo personal, a fin de tener la mejor protección posible, lo que siempre recomiendo es tener tres niveles de diversificación.
El primer nivel de diversificación es tener una buena posición de efectivo para casos de emergencia.
Antes de que inviertas siquiera un solo dólar en el mercado, siempre recomiendo acumular una buena porción de capital para gastos imprevistos y urgentes, alguna pérdida en tus ingresos o alguna otra circunstancia inesperada.
Por supuesto, la pregunta es qué tanto dinero debes guardar.
Por lo menos tres meses de tus gastos actuales, mucho más de ser posible. Seis meses. Un año entero de gastos sería excelente. Este no es dinero empleado para obtener retornos; lo que se quiere es que te dé tranquilidad. Una vez que tienes un fondo de emergencia, lo mantienes para siempre –incrementando tu reserva si tus gastos de vida también crecen.
Este dinero ni siquiera debería estar en tu cuenta de bróker. Es intocable.
La segunda capa de diversificación consiste en distribuir tu patrimonio entre varias clases de activos. Esto quiere decir acciones, bonos, real estate y metales preciosos, por ejemplo.
En términos generales, cuando una de estas clases de activos cae, otra sube. O, por lo menos, cada una responde diferente a los principales eventos macroeconómicos.
Así que una vez que determinas tu distribución ideal entre estos activos –es decir, el porcentaje de tu capital que quieres dedicar a cada uno de ellos– entonces puedes rebalancear tu portafolio cada vez que las cosas cambien.
Un ejemplo para aclarar los conceptos…
Digamos que Juan quiere tener un 60% de sus activos de inversión en acciones, un 35% en los bonos y un 5% en el oro. Pero después de una poderosa tendencia alcista en la Bolsa, sus tenencias más altas de acciones fueron subiendo de forma tal que cuando recalculamos, ahora representan un 75% de su portafolio.
En este caso Juan debería considerar vender algunas de sus tenencias de renta variable e invertir ese dinero más bonos u oro. Esto se hace con intención de mantener su objetivo de distribución.
Aunque… por supuesto que hay ocasiones en las que tiene sentido mantener más de una acción específica o un único bono.
Aquí tenemos la tercera capa de diversificación: mantener diferentes inversiones dentro de la misma clase de activo.
Si usas ETFs o fondos mutuos entonces es probable que ya estés recibiendo cierto grado de diversificación instantánea con una clase específica de activo. Sin embargo, aun así yo me aseguraría poner mi dinero en varios fondos, para poder participar en diferentes alzas del mercado.
En el caso de si estás comprando acciones individuales o bonos, creo que es absolutamente esencial distribuir tu dinero en por lo menos 10 o 20 posiciones.
En el caso de las acciones, deberías hacer todo lo posible para exponerte a un amplio rango de sectores e industrias. Con los bonos, no solo quieres tener en cartera diferentes tipos de títulos sino también bonos con diferentes plazos.
Así, incluso si una inversión en particular cae, tendrás otras posiciones que podrían ir al alza.
Al final del día, cuando cuentas con tantos niveles de diversificación, estarás más tranquilo sabiendo que ningún evento podrá impactar la totalidad de tu situación financiera.
Que tu dinero trabaje por ti.
Nicolás Arieu,
Nicolás M. Arieu es editor para Especulación Inteligente y Micromovimientos Millonarios para Estrategias Alpha.
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina. El Inversor Diario te permitirá acceder a información exclusiva sobre los mercados internacionales y puedes suscribirte haciendo click aquí.