Se trata de instrumentos muy interesantes que por lo general aportan una deseada cuota de seguridad a nuestros portafolios. Hoy despejaremos algunas dudas.
Por Nicolás Arieu
Por lo general a los bonos se les conoce como “activos de renta fija”, y son uno de los tres grandes tipos de activos (asset class), junto a las acciones y el dinero y sus equivalentes.
Lo más común es que coticen en plataformas públicas de trading, aunque hay otros que solo operan en plataformas desreguladas OTC (over-the-counter).
¿Pero qué son? Básicamente, un bono es una inversión a través de la cual un inversor le presta dinero a una entidad (por lo general de índole corporativa o gubernamental) bajo la promesa de que será devuelto en un período de tiempo determinado, pagando un determinado interés extra, a una tasa que puede ser fija o variable.
Cómo funcionan
Cuando las compañías u otras entidades necesitan recaudar capital para financiar nuevos proyectos, mantener sus operaciones actuales o refinanciar deuda, en lugar solicitar un préstamo al banco lo que hacen es emitir bonos en el mercado. Entonces la entidad que se endeuda (es decir, el emisor), al momento de solicitar el dinero determina contractualmente cuál será la tasa de interés del título, así como la fecha en que ese préstamo (el llamado “principal” del bono) debe ser devuelto (lo que también se conoce como “vencimiento”).
La tasa de interés representa los retornos que los tenedores –también llamados “acreedores”- recibirán por prestarle capital al emisor.
Ahora, a la hora de preguntarse cuánto cuesta un bono, hay dos respuestas.
Por un lado está el precio sobre el par, o precio de emisión. Es el valor de la deuda que, para facilitar el ejemplo, podemos decir que es de US$ 100.
Eso es lo que paga alguien cuando compra un bono al momento de ser emitido. Y por eso espera la devolución de ese dinero más un porcentaje determinado, en una fecha determinada.
Digamos que recibirá US$ 110 en un año, lo que nos da un retorno del 10% anual.
Luego viene el llamado “precio de mercado”. Porque la persona que lo compró es libre de venderlo a quien quiera, cuando quiera y al precio que quiera en el mercado secundario.
Siguiendo el mismo ejemplo, digamos que quien compró ese bono a US$ 100 se entera que la empresa que lo emite está en problemas y cree que no podrá devolver el capital. Entonces en vez de esperar hasta ese momento, lo ofrece en el mercado por un valor inferior al que lo compró, digamos a US$ 95.
¿Quién está dispuesto a comprarlo?
Alguien que sí cree que la empresa va a pagar, y que está dispuesto a correr el riesgo por un porcentaje mayor de ganancia (si compra a US$ 95 y luego recibe US$ 110, tenemos un rendimiento de 15,78%, superior al 10% original).
Por eso se dice que el precio del bono es inversamente proporcional a su rendimiento. Mientras más barato se venda en el mercado, mayor es su rendimiento contra el pago final del emisor.
Lo mismo al revés: si quien lo compró inicialmente ve que se trata de una inversión muy segura, puede venderlo a un precio por encima del que pagó, digamos US$ 105.
En ese caso, si alguien quiere ese “dinero seguro”, puede comprarlo. Pero su ganancia (rendimiento) será menor, en este ejemplo, de 4,76%.
Características para analizar un bono
La mayoría de los bonos comparten ciertas características básicas, por ejemplo:
• Precio de emisión: es el precio al que el emisor del bono vende el título.
• Fechas de cupón: los días en los que el emisor pagará los intereses. Por lo general, los intervalos entre una fecha de pago de cupón y otra son anuales o semestrales
• Tasa del cupón: la tasa de interés que el emisor del bono pagará por encima del valor nominal del título, que se expresa en un porcentaje.
• Vencimiento: la fecha es que el bono vencerá y el emisor le pagará a los tenedores el valor nominal del título.
Ahora, ¿cómo saber si comprar un bono es buen o mal negocio?
Como muchas cosas en el mundo de las inversiones, todo depende de dos cosas: con qué lo estamos comparando, y las expectativas alrededor del instrumento. Para la comparación, la referencia es siempre el rendimiento del bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años, un instrumento que se considera “libre de riesgo”.
Por esto, un bono siempre debe rendir más que el bono del Tesoro para ser atractivo. Recién a partir de ahí se compara con otras inversiones.
Lo importantes que es ese rendimiento prometido tenga relación con el riesgo de impago. Un bono me puede pagar un 50% más que el bono del Tesoro de Estados Unidos, ¿pero cuál es la probabilidad real de que cobre ese dinero?
Para eso sirven las calificaciones crediticias…
Calificaciones crediticias
Como decíamos, dos cualidades específicas de los bonos –la calidad de crédito del emisor y la duración– serán las determinantes principales de la tasa de interés del bono. Si el emisor no tiene una buena calificación crediticia, el riesgo de que se dé un default es más alto, razón por la que estos títulos tienden a perder precio en el mercado.
Por supuesto, los bonos con un riesgo de default más alto, como los bonos basura, tienen tasas de interés más altas que los títulos más estables, como es el caso de los gubernamentales. Ahí la clave es encontrar el balance entre el riesgo y la recompensa.
En ese sentido, una buena estrategia es mirar las calificaciones de crédito de los bonos, que se calculan y publican por las llamadas agencias de calificación, como Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s.
Emisores de bonos
Ahora, ¿quién los emite?
Acá no hay mucha ciencia. Básicamente hay dos grandes categorías:
• Bonos corporativos, emitidos por compañías.
• Bonos gubernamentales, emitidos por gobiernos nacionales, regionales o incluso municipales.
Variedades de bonos
¿Y son todos los bonos iguales?
No, los bonos pueden presentar algunas diferencias entre sí. Éstas son las más importantes:
• Los bonos sin cupón: no hacen pagos de cupón regulares. En su lugar, se emiten a precios descontados y su precio en el mercado eventualmente converge con el valor nominal una vez llegado el vencimiento. El descuento al que se venda un bono de cupón equivaldrá al rendimiento de otro bono con un cupón similar.
• Los bonos convertibles: son instrumentos de deuda con una opción call integrada y que les permiten a los tenedores convertir la deuda en acciones si la escala subyacente es lo suficiente como para hacer que tal conversión resulte atractiva.
• Algunos bonos corporativos son “callable”, lo que significa que el emisor puede retirar del mercado los bonos. Por lo general, estos títulos cotizan a precios más altos que la deuda que no es callable. Esto se debe al riesgo de que la deuda sea retirada, así como por su relativa escasez en el mercado de bonos.
La mayoría de los bonos corporativos en el mercado de hoy se conocen como “bonos bala”, es decir, que no incluyen opciones y tienen un valor nominal que se paga inmediatamente al vencimiento.
Bueno, eso fue más o menos un panorama de qué son y cómo funcionan los bonos. La verdad es que se trata de instrumentos muy interesantes que por lo general aportan una deseada cuota de seguridad a nuestros portafolios, y les seguiremos dedicando espacio en futuras entregas.
Que tu dinero trabaje por ti.
Nicolás Arieu
Nicolás M. Arieu es editor para Especulación Inteligente y Micromovimientos Millonarios para Estrategias Alpha.
Esta columna fue publicada originalmente en El Inversor Diario, el newsletter gratuito de Inversor Global en el que escriben las mentes financieras más brillantes de Estados Unidos y América Latina. El Inversor Diario te permitirá acceder a información exclusiva sobre los mercados internacionales y puedes suscribirte haciendo click aquí.