La mayoría de los que tradean Ether realmente no entienden (ni les interesa entender) su verdadero propósito, pero su cotización recientemente se ha inflado y crecido cual burbuja bitcoin.
Por Jonathan Rodríguez
El pasado 1 de enero hice esta predicción:
“Después de experimentar enormes fluctuaciones en los últimos diez días de diciembre, el bitcoin sufrirá una corrección aguda. En algún punto en los próximos tres meses se materializará un sell-off a medida que los últimos inversores en llegar al bitcoin comienzan a caer víctimas del pánico y comienzan a vender. Los inversores de largo plazo mantendrán sus posiciones en los tiempos turbulentos y, eventualmente, verán al bitcoin yendo al alza una vez más. Sin embargo, la cotización de la primera criptomoneda no volverá a sus máximos de diciembre.”
Di justo en el clavo.
El 17 de diciembre pasado bitcoin alcanzó un techo de casi US$ 20.000. Hoy, mientras escribo estas líneas, la primera divisa digital está cotizando a poco más de US$ 11.000.
Esto es una pérdida de más US$ 150.000 millones de capitalización de mercado.
Por otro lado tenemos al Ether, una cripto-token que parece ser una divisa, pero que finalmente no es el caso. Esto porque la mayoría de los que tradean Ether realmente no entienden (ni les interesa entender) su verdadero propósito, pero su cotización recientemente se ha inflado y crecido con fuerza.
Ahora es cuando en los estratos más altos de la criptodiscusión comienzan a comerse vivos los unos a los otros. Están codo a codo, pero creo que de todas maneras los del equipo “te lo dije” le llevan ventaja a los del equipo “siempre hay una excusa”.
Este es el punto: a no ser que hayas perdido en grande con las caídas recientes del bitcoin, nada de esto importa en lo más mínimo. Y es probable que los “expertos” de la prensa no te estén diciendo por qué.
De hecho, la baja del bitcoin es algo fantástico… porque significa que ya no tenemos que hablar exclusivamente de las criptomonedas.
La muerte del bitcoin…
En aproximadamente un año, la gente ya no estará hablando del bitcoin.
El bitcoin no es más que el producto de una frustración bien justificada. El que diseñó la primera criptomoneda dijo explícitamente que la moneda digital fue una reacción al abuso del gobierno con las divisas fiduciarias, como el dólar o el euro. Se suponía que todo esto iba a proveer un sistema de pagos independientes “peer-to-peer” (de igual-a-igual) basado en divisas digitales que no podían ser depreciadas artificialmente gracias a que sus existencias eran limitadas.
Ese sueño ha mutado en pos de la más cruda especulación. Es irónico, pero a la mayoría le interesa el bitcoin precisamente porque es un medio con el que pueden conseguir más divisas “normales”.
Nadie tiene bitcoins específicamente para comprar pizzas, gasolina o lo que fuere.
Además de ser un pésimo medio de pago electrónico –es lento como no te imaginas– el éxito especulativo de la primera criptomoneda la ha convertido en una divisa totalmente inútil. ¿Para qué gastar bitcoins si está ganando valor rápidamente? ¿Quién lo aceptaría cuando está cayendo a pasos agigantados?
El bitcoin también resulta ser un importante agente contaminante. Para “emitir” un solo bitcoin son necesarios 351 kW/hora –lo que a su vez libera 172 kg de dióxido de carbono a la atmósfera. Estamos hablando de suficiente energía para proveerle a un hogar electricidad por un año entero. La energía que consume la minería de bitcoin podría darle electricidad a casi 4 millones de hogares durante un año.
Esto es, aproximadamente, EL DOBLE de lo que necesita un país pequeño como Uruguay.
Por paradójico que suene, la realidad es que lo que finalmente atrajo la mano dura del gobierno no fueron los usos libertarios que originalmente se pensaron para el bitcoin –fue su éxito rotundo como jugada especulativa común y corriente.
China, Corea del Sur, Alemania, Suiza y Francia han implementado, o están considerando implementar, prohibiciones o limitaciones al trading de bitcoin. Varias organizaciones intergubernamentales han hecho un ejercer un control coordinado sobre la “burbuja”. La Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos, que en un momento parecía inclinarse a favor de derivados financieros basados en el bitcoin, hoy en día se ve más dudosa al respecto.
Según Investing.com, “la Unión Europea está implementando reglas más estrictas para prevenir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo a través de plataformas de divisas digitales. También está considerando limitar el trading de criptomonedas”.
Ahora, puede que algún día veamos una divisa digital aceptada por el público y con uso real, pero esa no será el bitcoin.
El ascenso de los criptoactivos
Otra buena noticia. Porque una vez que la fiebre bitcoin sea superada podremos ver dónde está el valor real delos criptoactivos. Me explico con una analogía:
Para poder utilizar el sistema del metro en Nueva York es necesario usar moneditas. Vamos a llamar estas moneditas “tokens”. No puedes usar tokens para nada más excepto el metro… aunque bien podrías vendérselos a alguien con más necesidad de utilizarlos que tú.
De hecho, si los tokens del metro tuvieran oferta limitada, es posible que de ellos naciera un mercado bastante movido. Incluso podrían terminar costando mucho más de lo que valían originalmente. Todo depende de cuántas ganas tenga la gente de utilizar el metro.
Esa fue una versión resumida del escenario que actualmente tienen las “criptomonedas” más prometedoras que no son el bitcoin. No son dinero –son tokens, o “cripto-tokens”. No se utilizan realmente como divisas generales, sino que funcionan exclusivamente desde las plataformas en las que fueron diseñadas.
Si dichas plataformas le ofrecen al público servicios de valor, la gente se interesaría por esos cripto-tokens, y eso será lo que en última instancia determinará sus cotizaciones. En otras palabras, estos tokens tendrán un valor igual a lo que la gente espera recibir de sus respectivas plataformas.
Eso hará de las criptomonedas activos reales y con valor, ya que podrán ser utilizadas para obtener algo que la gente valora. A raíz de todo esto, sería totalmente válido esperar un flujo de ingresos o servicios emanando de la tenencia de estos cripto-tokens. A la hora de realizar análisis críticos, es posible calcular ese flujo de retornos futuros en contraste con la cotización del cripto-token en cuestión. Algo parecido a lo que hacemos al calcular el ratio precio/ganancias (P/E, por sus siglas en inglés) de una acción.
Pero el bitcoin no posee valor intrínseco. Solo tiene un precio que está determinado estrictamente por la oferta y la demanda. No puede generar flujos de futuros ingresos, y no puedes calcular o medir ningún parámetro, como por ejemplo un ratio P/E.
Llegará un día que la primera criptomoneda terminará sin valor por el simple hecho de que no ofrece nada real.
El Ether y los otros criptoactivos son el futuro
Por otro lado tenemos al Ether, un cripto-token sobre el que no cabe duda que hoy nos ofrece todos los indicios de ser una divisa. Cotiza en los exchanges de criptomonedas bajo el ticker ETH y se mina de una forma similar (pero con menos exigencias energéticas) al bitcoin.
Y sin embargo, Ether no es una divisa. Sus creadores la describen como “el combustible necesario para operar en la plataforma de aplicaciones llamada Ethereum. Es una forma de pago hecha por los clientes de la plataforma hacia las máquinas ejecutando las operaciones solicitadas”.
Los tokens de Ether te dan acceso a una de las redes computacionales distribuidas más sofisticadas del mundo. El emprendimiento resulta tan prometedor que las compañías más importantes del mundo están forcejeando las unas con las otras para desarrollar los usos prácticos y del mundo de real para la plataforma.
Como dije, la mayoría de los que tradean Ether realmente no entienden (ni les interesa entender) su verdadero propósito, pero su cotización recientemente se ha inflado y crecido cual burbuja bitcoin.
Sin embargo, eventualmente el Ether tendrá un revés hacia un precio estable basado en la demanda por los servicios computacionales que puede “comprar” para el público. Ese precio representará el valor real que más adelante será descontado de las cotizaciones futuras. Habrá mercados de futuros para esta criptomoneda, así como ETFs, ya que todos tendrán una forma de evaluar el valor subyacente a medida que pase el tiempo. Esto es exactamente lo mismo que hacemos con las acciones.
¿Cuál será ese valor? No tengo idea –pero sé que será mucho más que el del bitcoin.
¿Mi consejo? Deshazte de tus bitcoins y compra Ether apenas se dé la próxima baja.
Un dato final: el ETH es una de las 5 criptomonedas que recomendamos comprar en el Informe Especial “Las nuevas penny bitcoins”, del servicio Especulación Inteligente.
Mis mejores deseos,
Jonathan Rodríguez,