Se pronostican dos posibles resultados: o China experimenta un bajón significativo en 2018, lo que tendrá consecuencias en el crecimiento económico mundial, o, si se sigue posponiendo todo esto, tendrá un problema aún mayor en el futuro. Ambos resultados son malas noticias para la economía global, y habrá que saber protegerse.
Leland Miller no sólo es un buen amigo mío, también es el fundador y dueño de un servicio de investigación económica llamado el “China Beige Book”.
El nombre hace referencia al “libro beige”, el texto en el cual la Reserva Federal de Estados Unidos da cuenta del estado de la economía del país a través de una serie de encuestas por todo el país.
Bueno, Lee hace en China lo que la Fed hace en Estados Unidos, pero de forma privada. Tiene una red diversa de más de 3.000 compañías y emprendedores en todos los sectores de negocios, consigue su información directo de las mismas fuentes y sencillamente ignora los canales o medios gubernamentales. Se trata de un servicio de inteligencia totalmente privado.
De hecho, su red, en lo que refiere al ámbito económico, funciona más eficientemente que la de la CIA. En realidad, la mismísima CIA es quien le pide asesoría a Lee.
Este servicio de investigación detallada tiene un costo de aproximadamente US$ 100.000 por una suscripción. Sin embargo, Lee publica resúmenes trimestralmente, disponibles gratis para todo público.
Y sus lecturas más recientes no dan un panorama muy alentador.
El China Beige Book afirma que China ha estado ocultando y puliendo las asperezas en lo que refiere en problemas de crecimiento débil y deuda excesiva. Hizo esto con la intención de mostrar una postura confiada y tranquila ante el mundo antes de que se celebrase el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino en octubre pasado.
El informe también deja bastante claro que el famoso “rebalanceo” de la economía china –que la alejaría de las inversiones y la producción, para acercarla al consumo y el gasto– aún no se ha producido. En su lugar, el Tigre Asiático ha aumentado su producción, a la vez que ha mantenido su política de inversiones impulsadas por una deuda impagable.
Se hace obvio: La Gran Muralla China de deuda está comenzando a resquebrajarse.
La racha de deuda china de la última década es bien conocida. Las corporaciones chinas han tomado deuda en dólar que va por los cientos de miles de millones de dólares, muchas de ellas impagables sin subsidios provenientes de Beijing.
Su ratio de activos a deuda está por encima del 300%, es decir, es mucho peor que el de los Estados Unidos (que de por sí ya está a niveles peligrosamente altos) y sólo es comparable con el de Japón y otros deudores estrella del mundo.
Y el mercado chino de productos de administración de patrimonios (WMP por sus siglas en inglés), valorado en US$1 billón, es en esencia un esquema Ponzi.
Los nuevos WMP están siendo usados para saldar los WMP próximos a vencer, mientras una gran parte del mercado sufre presiones debido a que el real estate y los proyectos de infraestructura subyacentes no pueden pagar de vuelta sus deudas.
Gran parte de los préstamos corporativos no son nada más que una compañía le presta a otra, que a su vez le presta a otra y así, dando la apariencia de que todas las compañías están bien, cuando en realidad ninguna puede saldar sus deudas. Es un juego de contabilidad sin dinero real detrás y sin probabilidad alguna de un repago de cuentas.
Todo esto es bien conocido.
Lo que no sea sabe con exactitud es cuándo terminará. ¿Cuándo se perderá la confianza hasta tal punto en el que todo el castillo de naipes de deuda se desplome? ¿En qué momento podría un choque geopolítico o un desastre natural desencadenar la pérdida de confianza que, en última instancia, terminará por encender la chispa del incendio financiero?
Este año hay habido muy pocos pronósticos tomando en cuenta este factor, ya que el Presidente Xi Jinping puso en pausa a la resolución de problemas del país antes de que concluyera el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino.
Ahora que este ya fue celebrado, Xi está listo para llevar a cabo la reforma del sistema financiero del país, lo que se traduce en el cierre de compañías y bancos insolventes.
Y ya estamos viendo la materialización de las primeras bancarrotas.
Dandong Port Group, firma que hace negocios en la zona de contención cerca de Corea del Norte, acaba de declarar un default de su deuda. Puede que este sea el impago que abra las compuertas a una oleada de defaults por venir. La pregunta ahora es si el Presidente Xi podrá implementar las reformas planeadas y lidiar con las compañías insolventes, sin que la situación se salga de control y se convierta en algo más peligroso.
Las señales tempranas apuntan a que este proceso de reestructuración será más complicado de lo que espera Xi, y que el potencial para un quiebre es mayor ahora de lo que había sido desde 2008.
El Libro Beige Chino pronostica dos posibles resultados: o China experimenta un bajón significativo en 2018, lo que tendrá consecuencias en el crecimiento económico mundial, o, si se sigue posponiendo todo esto, tendrá un problema aún mayor en el futuro.
Ambos resultados son malas noticias para la economía global, y habrá que saber protegerse.
Saludos,
Jim Rickards,